La orgía que me transformó en mujer
Fecha: 02/03/2021,
Categorías:
Confesiones
Autor: rubyg, Fuente: CuentoRelatos
Siempre he sido un chico muy tímido, débil, inseguro… Esto se debe en parte a las burlas que sufrí en el colegio y en el instituto, sólo por tener aspecto de chica.
– ¡Sólo te faltan las tetas! – decía a menudo algún chico, y todos los demás se reían.
Incluso algunas chicas se metían conmigo porque mi cara resultaba más femenina que las de ellas. No tenía carácter suficiente para defenderme, de modo que no tenía amigos. Pasé unos años muy tristes y solitarios, pero resistí pensando que en la universidad la cosa cambiaría. ¡Y vaya si cambió!
–Mis nuevos compañeros serán adultos y no serán tan crueles– pensé, y no me equivocaba, pero eso no cambiaba el hecho de que soy tímido, así que tuve muchas dificultades para relacionarme. Apenas participaba en las conversaciones y los demás no tardaron en considerarme aburrido. Lo único que se me ocurrió para evitar que se alejaran de mí fue hacerles favores: invitarles a cervezas, hacerles los trabajos de clase, prestarles dinero… Así logré juntarme con un grupito de cuatro chicos: Pedro, Sergio, Juan y Alberto.
Durante un tiempo todo parecía ir bien, pero enseguida me di cuenta de que a menudo ellos salían para divertirse y nunca me invitaban. Sólo se aprovechaban de mí, pero eso era mejor que estar solo.
Un día Pedro me dijo:
–Este fin de semana mis padres se irán de viaje, así que estaré solo en casa y organizaré una fiestecita: beberemos alcohol, y pasaremos toda la noche allí. ¿Quieres venir?
–¿De verdad? ...
... ¿Puedo ir? –Contesté yo.
–¡Por supuesto! Llevamos tiempo pensando en hacer algo así… contigo… jejeje –Dijo él.
No podría describir la felicidad que sentí en ese momento. Por fin, tras mucho tiempo y esfuerzo conseguí ser aceptado. Entusiasmado, acepté la invitación de inmediato y esperé ansioso que llegara el fin de semana. Jamás habría imaginado lo que ocurrió en esa fiesta.
Estaba tan ansioso que llegué a su casa diez minutos antes de la hora acordada, por eso me sorprendió que todos los demás ya estuvieran allí, y debían llevar un rato porque cada uno tenía una copa casi terminada. No le di importancia y me fui a sentar en el sofá con los demás, pero Sergio me detuvo.
–Un momento –dijo– No te hemos invitado para que te sientes con nosotros.
– ¿Eh? Entonces… para que… –No entendía, ¿a qué venía eso?
–Ven, sígueme –Dijo Pedro.
Me llevó a través del pasillo hasta una habitación de chica.
–Ya hace un año que mi hermana se fue a trabajar a Alemania –Comentó Pedro mientras buscaba algo en el armario– Pero por suerte para nosotros ella dejó aquí bastantes cosas…–
Sacó del armario una minifalda de volantes rosa clarito, una camiseta de tirantes blanca, unas braguitas negras de encaje y un sujetador a juego, y lo arrojó todo encima de la cama.
–Vístete –Ordenó Pedro– Esta noche este será tu uniforme.
–Como que… No… No voy a ponerme eso… Es una broma, ¿verdad? –Yo estaba aterrado, su cara me decía que no era una broma.
–Todos estamos de acuerdo en que ...