La orgía que me transformó en mujer
Fecha: 02/03/2021,
Categorías:
Confesiones
Autor: rubyg, Fuente: CuentoRelatos
... esto te quedará mejor que la ropa que llevas ahora. Esa es la única razón por la que te hemos invitado. Si no quieres ya sabes dónde está la puerta.
Podría haberme marchado en ese mismo momento, pero algo me decía que, si me iba, ellos nunca volverían a hablar conmigo. Volvería a estar solo. Todo el esfuerzo que había hecho hasta el momento habría sido en vano. A regañadientes, empecé a quitarme mi ropa. Pedro sonrió.
–Será divertido, relájate.
La ropa de la hermana de Pedro me quedaba pequeña. Las braguitas me apretaban y casi no podían contener mi pene, a pesar de que es pequeño. Si tuviera una erección, definitivamente se saldría, aunque estaba seguro de que eso no ocurriría en una situación así. Me costó trabajo abrocharme la falda, y era tan corta que solo cubría unos pocos centímetros por debajo de mis nalgas. Las copas vacías del sujetador colgaban ridículamente por delante de mis pezones y la camiseta dejaba al descubierto mi ombligo.
–¡Estás estupenda! –Exclamó Pedro– Mírate, mírate.
Cuando me miré en el espejo, sentí en mi interior un torbellino de emociones: vergüenza, miedo y… ¿excitación? ¿Por qué? Antes, cuando me miraba en un espejo odiaba lo que veía. Veía a un chico con cara de chica, pero esta vez era distinto… esta vez no era yo quien estaba al otro lado del espejo. Era una chica, y lo más extraño de todo es que aquella chica… me parecía guapa.
Pedro me cogió de la mano y me llevó de vuelta al salón. Los demás nos estaban ...
... esperando.
–Chicos, os presento a Paula –Dijo Pedro. “Lo que me faltaba” Pensé yo “Ahora me van a llamar por la versión femenina de mi nombre. ¿Hasta dónde llegará todo esto?”.
–¡Os lo dije! ¡Sólo le faltan las tetas! –Exclamó Alberto. Los demás se rieron.
Yo estaba completamente colorado por la vergüenza y paralizado por el miedo. Todos me miraban como nunca nadie lo había hecho antes. ¿Qué significaban aquellas miradas? Yo intentaba calmarme a mí mismo: “No pueden ser miradas lascivas, saben que soy hombre”. Pero había visto a muchos hombres mirar de la misma manera a mujeres hermosas.
–No te preocupes, Paula –Juan intentó tranquilizarme. Me dio un vaso con más ron que limón– Sé que estás nerviosa, pero esto te ayudará a relajarte. Intenta disfrutar, ¿vale? –Bebí medio vaso de un trago.
Creí que se pasarían la noche burlándose de mí, pero no, se limitaron a charlar de tonterías, como siempre. Yo me senté en una silla, callado, intentando sin mucho éxito que no se me vieran las braguitas. Pedro no paraba de mirarme, me hacía sentir incómodo, pero entonces vi el bulto de su entrepierna. “Se le ha puesto dura sólo por mirarme… ¿Soy… excitante?” De algún modo, ese pensamiento me hizo sentir un poco mejor, era como si me hubieran dicho un cumplido. Cuando Pedro notó que estaba mirando su pene se dirigió a mí:
–Estarás contenta, ¿no? Está así por tu culpa –Se desabrochó la bragueta y mostró su duro y grande pene.
–¡Wow! ¿Ya empezamos? ¡Por fin! –dijo Sergio, y todos los demás ...