1. Tiempos difíciles, sexo fácil


    Fecha: 31/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    El presente testimonio sucedió hace un par de décadas, en otro contexto económico y social de la Argentina. Por razones que no vienen al caso mencionar, mis padres estaban preocupados por la seguridad de su hijo, por lo cual decidieron enviarme lejos por un tiempo, hasta que la cosa se pusiera tranqui.
    
    Me instalaron en la provincia del Chubut en la casa de unos entrañables amigos de ellos, una antigua estancia que se dedica a la explotación ovina y producción de lana, lo típico de esa zona de la Patagonia, ubicada en un lugar cercano a la cordillera de los Andes, de esos que parece solo existen en los catálogos de viajes, bosque autóctono, quietud, lagos y la nieve coronando los picos de la montaña.
    
    La casa principal de la estancia, grande y acogedora, estilo colonial, era habitada por una familia compuesta por el matrimonio con dos hijos, la madre del señor y el personal doméstico. El hijo varón y el señor estaban de viaje por Europa buscando compradores para colocar la producción de la temporada de esquila, quedando solo las tres mujeres, suegra, esposa y nieta. Ema, la madre, cuarentona y autoritaria, debajo de esa pátina severa intuía una mujer ardiente y sensual, de formas contundentes, Silvia, la hija, una bonita rubiecita, algo tímida, tan solo un año menor que yo, completa el trío de féminas Aurora, la abuela.
    
    Se alegraron de tener compañía, sobre todo como están tan alejados de los centros sociales son pocas la visitas, Ema mencionó que en la casa faltaba ...
    ... presencia masculina. Yo, casi, veinte años, con toda la testosterona pidiendo acción, las tenía grabadas en mi memoria erótica, sobre todo a la señora.
    
    De inmediato se generó una corriente de simpatía, los discos y casetes, que en buena cantidad traje como obsequio, animaron las largas veladas lejos de los centros de esparcimiento. El clima frío y las nevadas frecuentes podía mantenernos aislados durante varios días: acercaba a estrechamos vínculos.
    
    Una noche, después de festejar, con torta galesa y glorioso espumante producido en la zona, los dos meses de mi llegada, sin otra cosa que hacer, los brindis se pasaron de la raya, luego la música y algo de baile, primero con Silvita y luego con Ema y hasta la abuela se le animó a la danza.
    
    En algún momento debió notárseme el efecto que me produjo el contacto con un cuerpo femenino entre mis brazos, comprensible con lo que me gusta el sexo, tan luego después de esta forzada abstinencia.
    
    Ema parecía que acusó recibo del efecto que me produjo su contacto, se apretó más, para ocultar el bulto que crecía en mí bragueta, o para aprovecharse del contacto. Los calores y agitación de Ema denotaban que no está ajena a mi realidad. Se retiraron la abuela y Sivita, yo colaboré con Ema para levantar la mesa.
    
    En la mitad de la noche siento que alguien se introduce en mi cama, debajo de las cobijas. Una mano me acaricia el pecho, la espalda y se mete debajo del slip tomándome la verga que se pone al palo en el acto. No habla, no ...
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