1. Aquellas pajas


    Fecha: 09/04/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... televisor. Esa misma noche, de vuelta en mi casa, me hice mi primera paja recordando las imágenes que había visto por aquella ventana y e imaginando que era mi prima quien me masturbaba. Aunque desde aquella primera paja ya tenía orgasmos, los primeros meses no eyaculaba nada. Despues me empezó a salir una espumilla blanca y para el invierno ya echaba abundantes chorros de lefa. Llegué a la barbaridad de hacerme tres pajas diarias, aunque en la última sólo eyaculaba unas pocas gotitas. Esto lo hacía siempre leyendo revistas porno que me dejaban mis compañeros, de las que extraje, además de estímulo sexual, gran cantidad de información.
    
    No exagero ni bromeo al decir que cuando comenzaba a hacerme una paja sentía agujetas en la polla. Esta, por lo demás, empezó a crecer a un ritmo muy acelerado llegando en pocos meses a ser grande incluso para un adulto. Por suerte no me ha crecido más desde entonces, pero en aquel momento, para un niño de doce años, era un tamaño casi antinatural.
    
    Por otro lado habiendo sido testigo de que mi prima le hacía pajas a su hermano, yo empecé a albergar fantasías en torno a mi hermana. Pero yo era muy tímido y mis acercamientos fueron muy lentos. Desde aquel dia de verano en que descubrí a mis primos, hasta bien entrado el mes de Noviembre, no me atreví a intentar nada. Entonces surgió la oportunidad sin que yo la buscara. Mi hermana solía tumbarse a ver la tele en en sofá de tres plazas que había en el salón de mi casa. El aparato de TV ...
    ... estaba frente al sofá y ella se tumbaba de lado con la cabeza apoyada en el reposabrazos y las piernas recogidas en posición casi fetal, dejando la mitad del sofa libre. Se cubría además con una larga manta de cintura para abajo. Un día que no estaban mis padres entré en el salón y la encontré como he descrito. Yo me senté en el otro extremo del sofá y me puse a ver la TV. Al rato ella se levantó un momento para ir al servicio y comprové que llevaba puesto lo que usaba casi siempre para estar en casa en invierno: Un gersey grande que le llegaba casi hasta medio muslo y debajo unos pantys. No llevaba falda ni otra prenda inferior porque el gersey cubría lo suficiente. Poco después regresó al salón y volvió a tumbarse y a arroparse como estaba antes. Entonces yo me descalcé y me tumbé en mi lado en la misma postura que ella y le pregunté si podía cubrirme yo también con la manta. Ella dijo que si. Entonces levanté la manta para cubrirme y lo que vi me puso la polla tiesa. Al tumbarse, se le había subido el gersey hasta la cintura y debajo de los pantys que eran blancos y casi transparentes, no llevaba bragas. Era como si estuviese desnuda de cintura para abajo. Mejor aún, pues los pantys son una prenda que siempre me han dado mucho morbo. Se le veía perfectamente la raja del culo, donde el panty se había encajado como un guante, y la negra pelambrera del coño. Esa visión beatífica duró solo unos pocos segundos pues hubiese sido sospechoso que me quedara sujetando así la manta, como ...
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