1. Aquellas pajas


    Fecha: 09/04/2021, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... quien alza un capote. Así que me cubrí y me tumbé. Entonces se me ocurrió una idea loca. Lentamente estiré una pierna hasta que los dedos de mi pie rozaron la sedosa textura del panty a la altura de la maravillosa redondez de una nalga. Muy poco a poco, convirtiendo los dedos de mis pies en delicados instrumentos de tacto comencé un disimulado tanteo exploratorio. Palpando de esta manera recorrí una nalga, luego la otra y cada vez más confiado me atreví a encajar el dedo gordo entre las nalgas y a moverlo primero en una dirección y luego en la otra, todo a lo largo de la raja del culo. Para entonces mi hermana ya debía haber notado hacía rato este delicado magreo, pero al principio debió pensar que mis movimientos no eran premeditados y más adelante que eran demasiado inocentes para que peligrara su virtud. Además debían estarle gustando aquellas caricias por lo que se dejó hacer sin decir nada (además posiblemente aquella era la primera vez que le acariaban el culo, pues a pesar de sus dieciocho años y de lo buena que estaba, siempre había sido muy tímida y reprimida).
    
    Llegué así con mis magreos hasta un sitio más blando, húmedo y caliente. De inmediato supe donde había apoyado el dedo gordo poque mi hermana soltó un pequeño jadeo. Con toda mi malicia allí me puse a restregar el dedo frotando cada vez con más fuerza alentado por la pasividad de mi hermana. Al mismo tiempo cambié lentamente de posición colocándome boca arriba y tensándo la manta metí mi cabeza debajo la ...
    ... para poder ver lo que antes solo experimentaba mediante el tacto. Al poco rato vi que mi hermana encogía los dedos de los pies (con el tiempo aprendí que hacía esto siempre que estaba a punto de correrse) tras lo cual jadeó unas cuantas veces seguidas. Tras relajarse un momento se levantó con la cara roja como un tomate y se fue a su habitación sin decir palabra. Yo por mi parte me fui a la mía a hacerme una paja antes de que me estallara la polla.
    
    A los pocos días volví a encontrarla en aquella postura y decidí tentar la suerte. Pero en esta ocasión tomé precauciones. Si todo iba bien no iba a esperar a volver a mi habitación para hacerme una paja. Por lo tanto antes de tumbarme en el sofá fui a ponerme el pantalón del pijama y cogí un par de servilletas de papel. Todo se repitió como la vez anterior pero en esta ocasión cuando la cosa estaba bastante avanzada y mi pié se afanaba en su culo, oculto como estaba bajo la manta, saqué mi polla del pantalón y me puse a hacerme una paja. Decidí apurar aquella copa y no correrme hasta notar que lo iba a hacer ella. Al terminar ella hacía como si no hubiese pasado nada dándome a entender que no se había enterado. La tercera y última vez que disfruté de este modo fue una semana más tarde. Esta vez era yo quien la esperaba tumbado en el sofá. Ella llegó de la calle y al verme allí colocado debió apetecerle una sesión de tórrido magreo. Así que después de dejar unas bolsas en su cuarto volvió al salón y se tumbó a mi lado como las ...
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