1. Mundo salvaje -3-


    Fecha: 13/04/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... perfecto maridaje ambos.
    
    Así fue transcurriendo aquella madrugada o, mejor dicho, su última mitad, más parte de la mañana que le siguió, amándose a ratos, recuperando energías otros, entre dormitando y, simplemente, besándose acariciándose, hasta que, con la mañana ya avanzada y el sol luciendo a todo lucir en el firmamento, como único dueño y señor de la celeste bóveda, los dos acabaron por rendirse a los dulces brazos de Morfeo que, solícito, les acogió en su seno, donándoles el, para ellos, tan necesario apacible descanso. Era ya bastante más allá del medio día cuando despertaron; volvieron a besarse, acariciarse, la mar de melosos, él con ella, ella con él, que, si no volvió la “mula al trigo”, esto es, a amarse como en la precedente entre madrugada y mañana, casi de milagro fue, pues, por finales la “famen” de lobo de ambos, acabó por imponerse al deseo de amarse.
    
    Comieron pues, de lo que por allí encontraron, la “cosecha” de cocos y dátiles que Juan logró trepando a las palmeras y los frutos y demás que cogieron del inmediato lindero de la jungla, yendo a comerlo todo al pie de aquél árbol, la palmera bajo la cual se amaran esa anterior madrugada y tantas, tantas otras antes; donde tantas otras veces, como aquella misma mañana, durmieran un en brazos del otro. Acabado el condumio, se entregaron ambos al amor, amándose como lo hicieran en la pasada madrugada, la pasada mañana, hasta que, ahítos ya los dos de amor, volvieron a pasear por la orilla de la playa, ...
    ... mojándose, a veces, los pies en el agua marina que allí rompía leve, casi amorosamente, cogiditos los dos de la mano, como tantas tardes pretéritas. Entonces Ana planteó a su amado marido lo que pensara antes de quedarse dormida esa mañana
    
    —Amor, escucha. Esta mañana, cuando acabamos por dormirnos, yo tardé en caer bastante más que tú, pues estuve pensando y pensando en qué haríamos desde hoy mismo, esta misma tarde. Y creo que, lo que debemos hacer, es volver a empezar, tú y yo solos, como cundo cuando aún no teníamos a nuestra Anita, pobrecilla ella, muerta tan pronto Nos iremos a las tierras altas, lejos de aquí, lejos de “Él”. Construiremos una cabaña para nosotros; no hace falta que sea grande, pues para los dos una sola habitación bastaría; dos como mucho…
    
    Y en eso quedaron, luego, cuando la tarde ya vencía, con los rayos solares rindiéndose ya al crepúsculo, al ocaso solar, juntos, muy juntos, con sus manos unidas, emprendieron el camino a casa. Iban tranquilos, serenos, pero dispuestos a incluso enfrentare ambos dos a su hijo, hombro a hombro, incluso con las armas por delante, si él se emperejilaba en buscarles las vueltas; buscárselas, de malos modos, a su padre. Llegaron a casa y comprobaron que, como esperaban, Yago aún no había regresado; ella, entonces, se fue directa a su habitación, la que siempre fuera de los dos, ella y su marido, a ponerse algo de ropa por encima, pues todavía estaba enteramente desnuda, pues así salió de casa la última vez que fue hembra ...
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