1. Una esclava inesperada - Reencuentro fugaz II


    Fecha: 15/04/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... engullido con placer y avidez. Terminé al poco rato en su boca. La ración de semen que recibió fue raquítica, pero disfruté el terminar en su boca.
    
    Su culo era un poema: amoratado. Aún faltaban sus tetas y su pucha, pero ambos decidimos descansar un rato. Nos recostamos en la cama y se abrazó a mí. Acaricié su espalda (que tenía algunas marcas visibles de la cuerda) y sus hombros con ternura, mientras ella pasaba su mano sobre mi pecho. No sé en qué momento me quedé dormido, pero desperté al sentir su lengua jugueteando con mi flácida polla.
    
    Mamaba por completo y ensalivaba de más, pero limpiaba al instante. El verla así, me enterneció y me excitó como nadie lo ha hecho hasta ahora. Me incorporé y le ordené que siguiera así, hasta que se me parara por completo. Para mi vergüenza, tardé cerca de 10 minutos en lograr que mi verga estuviera como piedra, aunque disfruté enormemente el tratamiento oral.
    
    Paró a orden mía y decidí torturarme un poco para satisfacerla. La recosté en la cama y, tras dedearla un poco, la penetré en la posición de misionero. Poco después de unos cuantos envites comencé a sentir un poco de ardor. Ella estaba feliz y sin más, la besé con pasión, mientras me la cogía de esa manera. Conociéndome, sólo podría aguantar dos corridas más, antes de que mi “amigo” muriera.
    
    Así que no me demoré y disfruté de aquella cogida. Besaba su cuello y sus pechos. Mordía de vez en vez uno de ellos, aunque no muy fuerte. Acariciaba su rostro y la besaba, ora ...
    ... en las mejillas, ora en la boca. Conforme pasaban los minutos, aumentaba el ritmo y, a la vez, aumentaba la intensidad de mis caricias. Ya no mordía con delicadeza, lo hacía con fervor. En lugar de besarla, le soltaba leves cachetadas. Mordía sus pechos y sus pezones con vehemencia. Y, a pesar de que lo hacía con fuerza, ella lo disfrutaba.
    
    Tras 10 minutos de cachetes y mordiscos, me vine en su concha. En un arrebato de lívido, me arrodillé y comencé a mamar, para disfrutar yo mismo de mi propia corrida. Ella gozaba y se vino cuando inserté un dedo en su culo, mientras la lamía. Cuando me satisfice, le ordené pararse. “Ahora sí, vamos a maltratarte”, le dije. Sonrió de esa manera tan pícara.
    
    Tomé la cuerda y la amarré, como mejor pude, ya que no soy bueno en eso. Me guié un poco, por las pelis de BDSM que había visto y logré amarrarle las tetas y las manos tras la espalda. Inmovilizada de esa manera, le ordené abrir un poco las piernas. Acto seguido, comencé a golpear sus tetas con la palma de mis manos; Fuerte, firme y continuo. Ella sólo gemía levemente ante cada golpe. Poco a poco fui aumentando de intensidad hasta que, por cada golpe, tenía que tomar vuelo.
    
    Aquella sensación de infringirle dolor, me tenía enormemente excitado. Sus tetas, estaban al rojo vivo. Tanteé su vulva y nuevamente estaba empapada. Ella sonrió con lágrimas contenidas y me dijo: ya me hacían falta tus tratos.
    
    Introduje tres dedos de golpe en su vagina y ella soltó un suspiro de placer. ...
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