1. Un extraño combate de gladiadores


    Fecha: 29/06/2017, Categorías: Incesto Autor: rubyg, Fuente: CuentoRelatos

    ... combate más emocionante que he visto nunca. –Comentó la gorda.
    
    -¡Bien! –Exclamó la hermosa. – ¡Es el momento de cobrar las apuestas!
    
    Las perdedoras aceptaron humildemente el precio de la apuesta perdida. Las cuatro mujeres eran ricas, de modo que no tenían ninguna necesidad de apostar dinero ni joyas. La gorda y la joven caminaron hasta el centro de la arena, donde se arrodillaron, cerraron los ojos y abrieron la boca. La dama y la hermosa, de pie junto a ellas, separaron con las manos sus labios vaginales y comenzaron a orinar en las bocas de las perdedoras. Los gladiadores miraban asombrados como la joven, asqueada, hacía lo posible por tragar la orina de la hermosa, pero la mayoría se le salía y le empapaba su menudo cuerpo. Mientras, por el contrario, la gorda disfrutaba de su lluvia dorada. No sólo bebía con gusto sino que además lamía con ansias el coño de la dama mientras ésta aun meaba.
    
    -Y ahora, llegó el momento de la recompensa.- Anunció la dama. –El ganador para las ganadoras, y el perdedor para las perdedoras.
    
    La dama y la hermosa se acercaron al tracio y le acomodaron en un colchón. La dama se sentó sobre él a horcajadas y le lamió el semen reseco que el galo había derramado sobre su pecho. La hermosa se arrodilló a los pies del gladiador y su lengua alternaba entre el pene del hombre y el coño de la mujer. Cuando el rabo del tracio se puso duro de nuevo y el coño de la dama estaba empapado, la hermosa agarró el miembro del hombre y lo dirigió hacia ...
    ... el coño de la dama, quien con un movimiento rápido de cadera se lo metió hasta el fondo. Mientras la dama comenzaba a mover sus caderas la hermosa se sentó sobre la cabeza del tracio y le exigió que sacara la lengua. Ambas mujeres movían sus caderas para obtener placer mientras se besaban.
    
    Por su parte, la gorda ordenó al galo ponerse a cuatro patas. El galo obedeció y la gorda se arrodilló detrás de él. Con sus manos, la gorda separó las nalgas del galo y un nuevo goterón de semen salió de su culo, resbalando hasta llegar a la bolsa escrotal. La gorda lamió esa leche con avidez, y también lamió el culo del galo en busca de algo más de esperma. La joven, enfadada, se arrodillo frente al luchador derrotado.
    
    -¡Mira como estoy por tu culpa! – Le gritó. -¡Por tu culpa estoy empapada de orines! ¡Límpiame ahora mismo!-
    
    El galo no tuvo más remedio que obedecer. Aunque le asqueaba tanto como a la joven, sacó su lengua y recorrió con ella el cuerpo suave y delicado de la chica. Ella le agarraba la cabeza y se la dirigía hacia donde tenía que limpiar, aunque se entretuvo más de la cuenta en sus diminutos pechos y en su rosada rajita.
    
    Los guardias, que habían sido testigos silenciosos de la velada, estaban tan excitados como las doncellas, pero no tenían permitido quitar el ojo de encima de los gladiadores, de modo que llamaron a las esclavas y las obligaron a chuparles las pollas.
    
    La hermosa dejó de besar a la dama, se inclinó hacia delante de modo que el tracio aún podía ...
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