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El niño de la playa solitaria (segunda parte)
Fecha: 28/04/2021, Categorías: Gays Autor: Pavic, Fuente: SexoSinTabues
... posición disfrutando de la salvaje cópula que explotamos con Pim, no pude dejar de sentir algo de pena por él y me acerqué sin tocarlo: -Dylan, ¿estás bien?- pregunté -Te lo querías follar, y te lo follaste…siempre lo supe- dijo con un triste tono que denotaba su desilusión. -Dyl, no sé cómo fue que nos pasó, pero bueno, simplemente nos dejamos llevar…para eso es el sexo, para dejarse llevar, y disfrutar sin que a nadie más le importe, con quien sea y donde sea siempre y cuando ambos así lo deseen- le expliqué. -No lo sé, no quiero ser un marica- se defendió. -Y no tienes por qué serlo. Nadie se define por una u otra experiencia Dylan, sólo se trata de complacerse, lo único que importa es que a ti te guste vivirlo- le dije- y si no quieres, bueno, no pasa nada, relájate y quédate tranquilo. Una lágrima se derramó por su mejilla, su erección seguí ahí, pidiendo a gritos ser satisfecha, me acerqué a él con lentitud y tras limpiarla, besé su frente. No había más que hacer, el niño se encontraba en el umbral que rompe todos los tabúes, ese que Pim ya había cruzado mucho antes y quien sabe con cuántos hombres. -Cierra los ojos Dylan –le susurré al oído- Confía. El chico cerró sus ojos, sus rubios cabellos de surfista volaban al viento y su cabeza fue descansando hacia atrás. Mi boca inició su paulatino viaje hasta su verga, la cual era más grande que la de Pim- y despacio, muy despacio, la fui besando y degustando con la punta de mi lengua; Dyl soltó un suspiro de placer retenido ...
... que poco a poco reanimó la vida que mi ingle había desvanecido, mis labios succionaban con delicadeza la cabeza de su erecta pichulita y sus gemidos comenzaron a volverse más intensos. Con una de mis manos comencé a masturbarlo mientras seguía besando a la altura del orificio de su pene, con la otra mano y ayudado de uno de mis dedos humectado en saliva, acariciaba la periferia de su anillo anal, provocándole placenteras contracciones en su abdomen, similares a las de Pim, y la desinhibición dio paso a pequeños espasmos de su cadera. Sus manos, a pesar de que temblaban, acariciaban mis cabellos tal como lo habría visto de Pim y a los pocos minutos exclamó con desesperación -“me voy, me voy, me voy”- y aunque me moría de ganas de tragarme hasta la última gota de su semen, me detuve y le pedí “aguanta, aguanta, no aún, no aún bebé”. Dylan siguió suspirando al son de su orgasmo frustrado, tan rápido como pude corrí hasta mi bolso para traer lubricante y chorrear mi verga con una generosa cantidad, y asimismo, sobar el ano de mi niño virgen mientras besaba un lado de su cuello. Él disfrutaba de todo, ya sin tabúes, sin miedos, sin límite alguno que lo hiciese sentir culpable, y aquella tortuosa vista de mi follada con Pim sería para él una pronta realidad. Me recosté sobre las arenas, con mi pene parado a full, y atrayéndolo sobre mí para su montura, lo dejé a la altura de mi pubis, sentándolo sin penetrarlo aún, estimulando su erguida verga con mi mano lubricada, acariciando sus ...