1. Luis, Jacobo y un verano 01 La casita de los juegos


    Fecha: 20/05/2021, Categorías: Gays Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues

    ... atrevernos a jugar a lo nuestro, pero quien paraba la curiosidad por descubrir nuevas cosas a chicos con largas horas para vaguear, e inquietos a las noches ante los descubrimientos que el campo y la vida en la hacienda les mostraba, la naturaleza, sus cuerpos, la vida misma. ----------------- Subimos a nuestra habitación, era cierto que la de Bruno estaba casi enfrente de la nuestra y compartiríamos el baño, no había sido para tanto, podíamos seguir como siempre había sido. Nuestras maletas estaban sin abrir y sabíamos nuestra obligación, debíamos colocar nuestra ropa en los armarios y prepararnos para bajar a comer. Jacobo me sujetó por la cintura y me tiró sobre la enorme cama donde durante muchos años habíamos jugado y dormido los tres primos, se tiró a mi lado, los colchones se hundieron arrastrando nuestros cuerpos hasta que se juntaron. -¿Vas a volver a ver a Julio? Has quedado con él. –su naricita brillaba por el sudor haciendo sobresalir sus pecas. -Sí, sí quiero, hace días que no pienso en otra cosa. –se elevó sobre los codos para mirarme a la cara, apartó su cabello de los ojos y puso la boca de pucheritos haciéndome burla. -Eres un niño caprichoso, no te das cuenta del problema en que le pudes meter. Piensa un poco en él. -¿Pero tú le has mirado bien? Está más impresionante que nunca, recuerdo los buenos momentos del pasado verano, seremos prudentes y nadie saldrá malparado. –besé su nariz llena de pecas elevando la cabeza. -No seas pájaro de mal agüero, ...
    ... dijiste que lo pasaríamos genial, ¿recuerdas? Y al final tú eres el culpable de que lo nuestro empezara. –saltamos de la cama para asearnos antes de bajar a comer, Bruno estaba ya en el baño ocupando uno de los dos lavabos. La comida transcurrió muy tranquila, pusieron la mesa de la galería interior, donde corría una dulce brisa que bajaba del monte y se humedecía acariciando las hojas de los álamos y las frondosas choperas del río. Mis tíos y los abuelos no nos prestaban mucha atención y cada uno hablaba de lo que le interesaba. Después del café los mayores se retiraron y nosotros subimos para lavarnos la boca, según la abuela debíamos dormir un rato. ¿Y quién duerme? Poco después estábamos los tres sobre nuestra cama de siempre. -¿Vamos a ver la casita del árbol? Julio dice que la ha cuidado. –Bruno ya no se acordaba de Vero, su nueva y flamante novia, Así era mejor, quería verle como siempre, conteniéndonos a Jacobo y a mí. Bajamos por la escalera trasera, procurando no hacer ruido aunque algunos escalones crujían con nuestro peso, evitamos así cruzar el patio central y ser aplastados por el sol, pero corriendo y saltando entre risas para ver quien llegaba primero a la entrada, o salida, según como se mire. Pasamos el pasadizo y delante de nosotros, destacando impresionante, el magnolio que hace más de dos siglos trajera nuestro antepasado de América. Entre sus ramas, oculta por las grandes y rígidas hojas, se escondía nuestra casita de madera, testigo de nuestros juegos e ...
«1234...»