1. A la maestra con cariño. Seducida y con rudeza se dejó hacer el orto


    Fecha: 03/06/2021, Categorías: Gays Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    Por razones familiares, mi esposa tuvo que viajar al interior por el término de una semana, para atender a la tía enferma, como estamos separados, me correspondía atender todas las necesidades de nuestro hijo, llevarlo a la escuela era parte de esas obligaciones.
    
    Soy un tipo común, alguien podría decir, con cara de inocente, pero la verdad es que con ese look y haciendo vida de soltero no me va nada mal, sobre todo en conquistas, me considero rápido como el que más.
    
    Asumiendo las obligaciones delegadas, esa mañana llevé al niño al colegio, debía ver a la señorita Elena, la maestra, para firmar no sé qué papeles sobre una autorización de una excursión escolar o algo así. Esperando ver a una maestra gorda, como la del programa de la tele, me quedé esperando mientras leía el diario, cuando escucho:
    
    — Señor, ¿usted es el padre de Nico?
    
    — ¡Sí, todo yo!
    
    Levanto la vista del diario, la señorita Elena, joven maestra, buen trasero, no era muy bonita pero a los veinte y pocos años no existen mujeres feas, de todos modos atraían sus redondeces notorias y la gracia natural. No disimulo el atractivo.
    
    —Qué mira con tanto interés, que tengo?
    
    —Perdón, no pensé que fuera tan evidente, disculpame si te puse mal.
    
    —No, pero me sorprende, que se fijen en mí.
    
    —Todo lo contrario, tenés mucho para fijarse en vos.
    
    En un rapto de audacia, falto de sexo y solo le dije:
    
    —A la salida, si no hay alguien que espera, podría pasar a buscarte y me explicas bien los porque ...
    ... no fijarse en vos.
    
    —No, no hay, mi novio se fue por otro lado. Bueno, ahora nada de nada…
    
    La espero en la esquina, del colegio, para disimular, sale última. Sube y le digo si podemos ir a mi casa para compartir un trago, estaba en conocimiento que estoy separado, acepta sin objeción. Está distinta, el pelo ahora suelto, sin lentes, sin el delantal blanco, se muestra con una falda mini insinuante. Durante el trayecto, en un movimiento, que estimo fue un descuido prolijamente estudiado, se la levanta.
    
    Me inquieta esa provocación, me ratoneo con esas piernitas. La invito a sentarse mientras le ofrezco un café.
    
    —Sólo, encuentro del instantáneo. Simulo un poco más de torpeza que lo habitual, es parte de la estrategia de soltero.
    
    —Déjame a mí, lo preparo yo.
    
    Pone manos a la obra y lo prepara, en el curso de la tarea, me ocupo, así como al pasar, de que durante esta semana y tal vez la próxima estaré solo, por que el niño, hasta mañana se queda con la abuela, solo voy a buscarlo para llevarlo y retirarlo de la escuela.
    
    Me arrimó provocativa para acercame la taza de café, le paso la mano por atrás subiendo por los muslos. Un poco sorprendida, finge haciendo que parezca real.
    
    —Qué cosa... ¿no podés tener quietas las manos?
    
    La respuesta se hizo sentir en mi entrepierna, mira de reojo. Halagada responde con un piquito.
    
    —Por qué?
    
    —Necesitaba que alguien se fijara en mí, sentir el deseo a flor de piel, y vos sí que tenés el deseo en flor...
    
    Le tomo las ...
«123»