1. Alberto


    Fecha: 06/06/2021, Categorías: Infidelidad Autor: nexdelca, Fuente: CuentoRelatos

    ... en una de las gavetas de la cómoda. Como ropa de dormir tenía solamente puesto un bóxer corto color azul oscuro. Lo primero que divisé fue el bultito apretado debajo de la tela. Me resultó tan estimulante a la vista como lo había sido la imagen de su sexo un ratito antes o incluso la imagen fantasiosa de Lina y Marta desnudas en actos lésbicos al masturbarme. Pero esta imagen, no venía de mi imaginación, sino de la realidad inmediata a menos de tres metros de distancia.
    
    Alberto es un hombre de cuerpo atlético, pese a su aparente pasividad. No era gordo ni flaco, tampoco era musculoso. Físicamente era un hombre equilibrado. De estatura media, contextura media, líneas de pechos definidos. Tenía una atractiva vellosidad tenue en su pecho que iban progresivamente aumentando de densidad en vertical descenso hacia el monte de su sexo. Debajo de su ombligo había cierta expansión de pelaje fuera del camino vertical, lo suficiente para dar un aspecto varonil pero siempre en una simetría perfecta, como su rostro de niño grande y bueno con cejas pobladas. No tenía exceso de abdomen para ser un hombre casado con dos hijos. La verdad había empezado su vida reproductiva muy temprano, a los veintiún años con mi cuñada Milena.
    
    Con esfuerzo y un poco incómodo quité mis ojos de su bultito azul mientras el leía distraído su revista deportiva y yo simulaba arreglar algunas cosas paseándome de un lado a otro por el cuartito con mis pies aun húmedos metidos en mis sandalias. – ¿Vas a dormir ...
    ... abajo o arriba? Me preguntó sin dejar de leer su revista sacándome de mis cavilaciones. – Donde tú quieras, me da igual, le respondí con voz falsamente más gruesa de lo que la tengo. – No, tú eres el jefe, decide tú, me respondió con tono juguetón. Decidí dormir arriba para no hacerlo levantar de su comodidad. Me subí y muy consideradamente de su parte él mismo apagó la luz. Eran casi las once de la noche.
    
    No pude dormir tan profundamente y eso hacía que cada hora tuviera que bajar a orinar. Las impresiones y sensaciones del nuevo estímulo sexual daban vueltas en mi cabeza y el morbo incómodo se acrecentaba cada vez con la idea de que un hombre semidesnudo estaba allí, justo debajo de mi cama. La luz de las lámparas del parqueadero penetraban un poco a través de las ventanas aunque no me incomodaban para dormir. La alarma suave de mi reloj de muñeca indicó que eran ya las cinco y cuarenta y cinco de la mañana. La luz de la mañana tenue penetraba un poco dando cierta claridad a la habitación. Bajé a orinar y a lavarme. La luz del día al salir del baño ya dejaba distinguir las formas y un poco los colores de los objetos más claros. La sumada de la lámpara encendida del baño dejaba ver aun mas detalles y mis ojos se encontraron con la imagen de Alberto, dormido boca arriba con sus piernas extendidas medio abiertas y su bulto crecido. Tuve la sospecha de que debía tener una buena erección fisiológica de esas que dan en la mañana temprano cuando las ganas de orinar se generan ...
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