De cómo me convirtieron en una putita (3)
Fecha: 10/06/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... perro en cantidades importantes por mucho tiempo, Pero si usted a su cachorro le da estas galletas solamente dos o tres veces por semana no le va a pasar nada, quédese tranquilo.
Yo a esa altura estaba ardiendo de calentura, por la humillación a la que me sometían los dos hombres al hablar de mí como si fuera de verdad un perro.
-Esto me ha excitado mucho, doctor; me gustaría que le demos pija ya mismo al cachorro.
-¡De acuerdo, Natalio! Pero, no me llame doctor, dígame Álvaro nomás. Y una pregunta, ¿lo compartió antes con algún otro hombre?
-No, Álvaro, es la primera vez que los vamos a coger entre dos y le propongo que usted elija por qué agujero le quiere dar: ¿el hocico o el culo?
El veterinario pensó un poco y eligió mi culo, aunque aclaró: -Yo estoy para dos polvos, Natalio, así que primero le uso el culo y después de un descanso le acabo en ese lindo hocico que tiene…
-Bien, Álvaro, trataré de empardarle esos dos polvos, jejeje…
Cuando acordaron cómo usarme don Natalio me ordenó subir a la cama y ponerme en cuatro patas, cosa que hice inmediatamente y con muchas ganas de comerme esos dos penes. Ellos se desvistieron y vi sus arietes ya bien erectos. El de don Natalio es algo curvo hacia arriba, el del señor Álvaro es bien recto, ¡los dos son hermosos! ¡Ay, que perro tan putito soy! Ardiendo de ganas vi cómo el señor Álvaro se embadurnaba el pene con la vaselina que mi dueño le había dado, para después trepar a la cama y arrodillarse entre mis ...
... piernas.
Por su parte, don Natalio ya estaba arrodillado ante mí y me ordenaba abrir la boca. La abrí y él me metió su pene bien duro que empecé a chupar enseguida, justo en el momento en que sentí el contacto del pene del señor Álvaro en la entrada de mi culo.
No sé cómo pude mantener el equilibrio ante sensaciones tan fuertes, pero pude lograrlo y me entregué apasionadamente a los penes de mis dos violadores.
Estaba yo chupando apasionadamente el pene de don Natalio cuando escuché gruñir al veterinario y sentí su leche caliente en el fondo de mi culo. ¡Qué goce! Seguí mamando con el señor Álvaro sobre mis espaldas durante un segundo y después caído en la cama junto a mí, jadeando agitado.
-¡Así, nene! ¡Así, perrito! –me alentaba don Natalio que metía su pene cada vez más profundamente en mi boca, al extremo de que cada tanto me provocaba arcadas. Por fin se corrió inundándome de leche. La tragué toda mientras miraba a mi dueño echado en la cama, bufando.
¡Qué horas aquéllas! Yo desnudo, con mi collar de perro, y esos dos hombres, uno viejo, el otro madurón, usándome a fondo, sumergiéndome en lo más hondo del emputecimiento, llenándome de semen.
Cuando me habían cogido dos veces, don Natalio quiso probar los obsequios del señor Álvaro y entonces vertió agua en uno de los cuencos y algunas galletas para perros en el otro recipiente y me ordenó mientras ambos permanecían en cueros: -Vamos, nene, a comer como el perro que sos.
Yo estaba súper caliente y hubiera ...