1. A la rusita no le importa nada


    Fecha: 08/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... entonadita, transpirada, bailando los temas que me copaban, mirando a mi alrededor y con demasiadas ganas de coger.
    
    Nadie me reconocía tampoco.
    
    Hasta que, cerca de las 4 oigo una voz que acelera mis palpitaciones en medio de tanto cuarteto altísimo.
    
    ¡Che, mire, esa es la Rusita, y parece que vino sola!, exclamó con claridad la voz de Nicolás a su grupo de amigos.
    
    Nico y yo nos picoteamos un poco en el secundario, pero no lo volví a ver desde la fiesta de egresados. No cogimos, y eso a los dos nos había quedado pendiente.
    
    Yo me fui acercando a ellos. Nicolás, Bruno y Ariel. Los tres eran inseparables para todo el mundo, y siempre fue así.
    
    Los saludé con la mano y un beso en la mejilla. Compartimos una birra, después un Campari, y cuando quise acordar estábamos en la pista, meta tirar pasos.
    
    Nicolás aprovechó para tocarme el culo, y los otros se atribuían iguales confianzas, solo que Ariel hacía de todo para rozarme las gomas, y Bruno para apoyarme su pene en la parte de mi cuerpo que pudiese.
    
    Cuando se lo palpé lo tenía a punto de reventar, y eso me dio el guiñe perfecto. No se me ocurrió otra cosa que comerle la boca a Nico, dejar que Ariel meta su dedo mojado con Campari en el inicio del hueco de mis tetas, y sentir los latidos de la verga de Bruno en mi cola mientras bailábamos. El pibito me la frotaba de arriba hacia abajo, y de un costado al otro!
    
    Todo aquello pasaba al mismo tiempo.
    
    Hasta que mis neuronas, el flujo que se acumulaba en mi ...
    ... bombacha, el fuego de mis pezones duros y las ganas en las que ardía mi cuerpo por coger fueron más fuertes que mi yo racional.
    
    Les dije luego de una ronda más de Campari:
    
    ¡Ey boludos, qué hacemos acá?, vamos a coger, si todos estamos calientes, y sé que quieren cogerme toda… además, yo no doy más, quiero pija ya, y ahora!
    
    Los tres me aplaudieron, me besaron el cuello y los pómulos, saltaron junto a mí con la euforia como combustible primario, y salimos del boliche medio a los tumbos.
    
    No sabíamos a dónde ir. Contamos lo que nos quedaba de guita, y no nos alcanzaba ni para un telo berreta. A mi casa era imposible llevarlos, y los pibes vivían en la loma del orto.
    
    Hasta que resolví que lo mejor sería caminar y ver qué se nos ocurría.
    
    A las dos cuadras del boliche había una casa abandonada, y allí nos metimos como fugitivos o delincuentes. Ellos, no parecieron muy copados al principio. Y es que la casa presentaba un aspecto terrorífico. Pero por suerte, la calentura pudo más que cualquier temor.
    
    Nico abrió la despintada puerta principal luego de los 4 atravesamos un horrible pasillo con olor a muerto, y, ahí nomás, en plena oscuridad les manoteé las pijas a los tres, haciéndome la cieguita. Uno de ellos me sacó la remerita y me desabrochó el corpiñito que apenas cubría mis timbres, y se puso a chuparlos.
    
    Yo sola me bajé el jean y les pedí que me toquen la concha.
    
    Sentí vergüenza porque, no me había depilado y, como no pude bañarme andaba con olor a ...
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