1. A la rusita no le importa nada


    Fecha: 08/11/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... pis.
    
    Nico enterró sus dedos en mi vagina, y no lo soporté. Me quedé en calzones y me tiré en el suelo con las piernas abiertas.
    
    ¡Vamos che, acá estoy, quiero que me cojan ahora!
    
    Bruno cayó estrepitosamente sobre mí, y no hubo piedad. Ni bien su pija transgredió la costura de mi bombacha se instaló de lleno en mi vulva, y me penetró como un animal en celo, mientras mi boca entraba en contacto con la poronga de Nicolás. A él se la conocía bastante, ya que le hice varios petes en el colegio.
    
    Ariel me agarró una mano para que lo pajee, y así estuve un tiempo, sintiendo la fricción de mi espalda y mi cola sobre el suelo cubierto de suciedad gracias a las envestidas de Bruno, sin poder hablar ni gemir siquiera por los movimientos de la pija de Nico en mi boca y con los dedos entumecidos de tanto pajear al más dotado de los tres. ¡qué rica pija tenía ese guacho!
    
    No sé cómo fue que Bruno me puso en cuatro y se paró ante mis ojos desbordados para que le chupe la pija. Me encantó que me tenga con la cabeza bien levantada, sujetándome del pelo para profundizar más cada arremetida. Disfruté como nunca del sabor de mi concha en el mástil de su pene inflamado, mientras Nicolás me nalgueaba y el otro hacía pis a centímetros de nosotros, con el pito hacia arriba porque no se le bajaba ni ahí. Además se re quejaba porque le dolían los huevos de tanto fabricar leche.
    
    La voz interior de la leona salvaje que habita en mí me condujo a decirle:
    
    ¡Entonces vení taradito, dale, ...
    ... dame esa leche en la concha!
    
    No tuve que repetirlo.
    
    Ahora mi boca iba de la pija de Bruno a la de Nicolás, mientras Ariel estacionaba su sable hinchado en la entrada de mi cueva. Ni siquiera me sacó la bombacha.
    
    Enseguida mi mandíbula se estrellaba contra los pubis de los otros, porque el taradito me cogía con un frenesí y unos movimientos que, generaban en mis entrañas un deseo insolente de que me garche sin parar.
    
    Solo podía repetir:
    
    ¡Dame pija guacho, asíiiii, toda tu pija quiero, cógeme con esa rica pija que tenés, meteme toda la pijaaa!, mientras los otros me dejaran respirar.
    
    Bruno acabó en mi garganta, y de la terrible arcada que tuve cuando su pija tocó mi glotis, terminé casi por vomitarle toda la leche en la pija entre toses y estornudos. Le pedí disculpas, porque quería tragarme su semen. Además él me lo había solicitado. Odio no poder complacer a un machito como ese!
    
    Menos mal que Nicolás se apiadó de mis rodillas, en las que ya mostraba tremendos pelones ardiendo en la piel, y me puso de pie. En ese momento él me abrazó por detrás para pajearse en el medio de mis nalgas, y Ariel seguía penetrando mi vagina, ahora con su lengua desatada en mis pezones.
    
    ¡Pedime la leche pendeja, dale y te la vuelco toda perra, me encanta tu concha peluda, querés la leche puta?!
    
    Me decía el puerquito, mientras Nico punzaba mi agujerito con su glande.
    
    ¡Dame la leche sucio, rompeme la concha nene, que encima hoy ni me bañé, cógeme pendejo!, le retribuían ...