Trio familiar en la isla
Fecha: 27/06/2021,
Categorías:
Masturbación
Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues
Luego de haber hecho el ridículo con mi padre y con Mara, decidí salir un rato para ver si se habían molestado conmigo. Mara estaba asoleándose todavía, desnuda por supuesto y con las piernitas un poco abiertas. No lejos, frente al timón, estaba mi papá. Así pues me acerqué a él por la espalda y lo abracé. —Papi… siento haberme molestado. —¿Qué? Ah… no te preocupes. Perdón. No debí meterte mano. Eres mi niña. ¿En qué estaba pensando? —No importa. Soy yo la que no está acostumbrada a andar enseñando las carnes por allá. De hecho, entre mamá y tú, son muy liberales y yo a veces me siento como una monja. —En ese caso está bien. No tienes que hacer las cosas si no quieres. Guardé un momento de silencio y seguí abrazándole, presionando mis tetitas con cariño contra su espalda. —¿Papi? ¿Te gusta el cuerpo de Mara? —Ah… pues sí. Soy un hombre. —¿Y el mío? ¿Crees que es bonito? —¡Jaja! Creo que he visto demasiado de ti. Si, es muy bonito. De alguna manera eso me hizo sentir mejor. No quería quedarme atrás con Mara. Me molestaba, como si yo fuera una niña, que papá estuviera idiotizado por ese cuerpo. Era cierto que la muchacha era muy linda y visiblemente sensual… pero yo no me quedaba atrás. —Intenta ser su amiga. Las cosas irán mejor y si todo va según lo planeado, tal vez se convierta en tu hermana mayor. —Querrás decir la menor. Sintiéndome mejor conmigo misma, sonreí y me quité el sostén. Luego le llamé a papá y cuando él se giró, me apresuré a abrazarle. No me importó pegarle ...
... mis pezones a su pecho. Simplemente lo rodeé muy fuerte y me quedé allí un ratito. Él me puso las manos en las caderas y acarició suavemente mi piel. Empecé a experimentar un cosquilleo extraño, alarmante. Le miré. Aunque era más adulto que yo, sus ojos azules eran hipnóticos y fue cuando empecé a darme cuenta de que le estaba mirando como un hombre y no como lo que de verdad era. Asustada, me alejé un poco sonriendo. Él me miró los pechos. Sonrió algo ruborizado y volvió a su labor detrás de timón. Para el atardecer yo ya me había acostumbrado a hacer topless frente a papá. Él me miraba las tetas con mucha curiosidad, y yo me estiraba o proyectaba el busto para hacer que se vieran mucho más apetitosas que las de Mara, quien notó mis intenciones y me frunció las cejas como un desafío. Luego, las dos intentamos llamar la atención de Leandro, pero fue imposible porque él se puso a escribir su libro a la luz del ocaso y nosotras nos sentamos en la orilla del bote a pescar. —¿Qué intentas hacer, Daniela? Andas mostrándole las tetas a tu padre. —Pues tú me dijiste que me acostumbrada ¿verdad? ¿Qué? ¿Estás celosa? —¡Claro que no! Se molestó un poquito, supongo, y se fue a su camarote. Yo también me fui al mío y antes de poder decir pío, caí en un bonito sueño del que no me acordé mucho. Lo que me despertó más adelante fue el rápido movimiento de las olas y cómo el bote se mecía peligrosamente. Miré por el ojo de buey y vi que el mar estaba embravecido y que el cielo era tan negro ...