Trio familiar en la isla
Fecha: 27/06/2021,
Categorías:
Masturbación
Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues
... cubierto de mi saliva. Mucha saliva y eso hacía que fuera fácil masturbarlo. —Chúpalo más. —Está bien, papito —suspirando de gozo, me lo volví a meter. Noté que Leandro me tocaba las tetas, buscaba dentro de mi blusa y eso me encendió todavía más, por lo que me amarré el pelo en una coleta con una liga que traía en la muñeca y me quité la blusa. Luego los shorts. Me desnudé completamente. —Entiendes lo que vamos a hacer ¿verdad? —le pregunté, guiñándole un ojo. Papá se acomodó con el pene apuntando al cielo. Yo me acomodé mejor entre sus piernas. Tomé su verga con una mano, sus testículos con la otra. Me pasé la lengua por los labios, concentré saliva en mi boca y entonces le chupé la polla como nunca antes se la había chupado a un hombre. Deslicé la boca por el largo de su verga y culminé con tiernos besitos en el glande. Yo estaba ida, excitadísima y con deseos de hundir todo dentro de mi apretada vaginita que clamaba por una pija. No obstante, mamar era igual de placentero. Tenía que detenerme para coger aire, y necesitaba relamerme los labios y aguantar la respiración. —Deja, yo lo hago —dijo Leandro, mi padre, y entonces me tomó de la cabeza y él mismo guió el movimiento. Yo me quedé quietecita, con los ojos cerraditos y dejando que fuera él que manipulara mi cuello. Abrí bien la mandíbula. La saliva corría por todo el tronco de su pene y resbalaba hasta sus huevos, y seguía allí hasta la sábana de la cama. Tuve arcadas. Me brotaron lágrimas, pero aun así estaba ...
... disfrutando de lo lindo. — ¡Métemela, por favor! Apenas podía verle la cara a causa de la pobre iluminación, pero me moría de ganas de hacerlo con él. Leandro se lo pensó un poco, y luego, parándose, se colocó al pie de la cama. Yo entendí de inmediato y me puse en cuatro, como una perrita en celo y dejé que él admirara mi culo con una lujuria propia de quien va a cometer una buena penetración. El pecho me seguía latiendo fuertemente. ¡Qué hombre! Me tocó las nalgas. Luego sentí el calor de su glande tanteando mis labios vaginales, embarrándose con mis suaves jugos que brotaban para lubricarlo. —¿Papá? —esa fue Daniela, tocando detrás de la puerta. Se me subieron los colores al rostro ¡Sí la chica me mirase ahora, todo se jodería! —Ya voy, hija —dijo Leandro y me susurró —, métete debajo de la cama. No quiero que me vea. Comprendí por qué, pues Daniela no era igual que nosotros. Ella era una mojigata que le temía a su propio cuerpo. Además estaba segura de que no me aceptaba del todo como su hermana. Así pues, me metí debajo de la cama. Yo seguía muy caliente por lo que acababa de basar y comencé a masturbarme para evitar que mi excitación se fuera. Quería continuar con mi conchita mojada. DANIELA Mi padre abrió la puerta, y como ya sospechaba, lo único que le cubría su fibroso cuerpo eran unas trusas que le quedaban muy ajustadas. La vista de inmediato se me fue a su miembro, que estaba tan abultado como si se hubiera metido un calcetín. Él, por supuesto, no se inmutó ante mi ...