1. Trio familiar en la isla


    Fecha: 27/06/2021, Categorías: Masturbación Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues

    ... las nenas y se sonrojó con una sonrisa —. Creo que mal… no está funcionando nada y al parecer no saldremos de aquí. El motor está muy dañado. Es imposible que lo repare con las herramientas que tenemos. —Entonces… ¿por cuánto nos quedaremos? —preguntó Mara con las manos en sus desnudas caderas. —No lo sé, hijas. Lo mejor será buscar algo de comer. Las provisiones se nos pueden terminar. Tenemos toda una isla. De seguro hay comida en abundancia. —Creo que deberíamos ir a ver. Vamos, Daniela. —Sí, ya voy. Adelántate. La muchacha se puso unas sandalias y se fue feliz con su bronceado cuerpecito corriendo por la arena hacia la selva. Yo fruncí las cejas y me acerqué a papá para abrazarle y untarle mis pezones en el pecho. —Papi… no quiero quedarme aquí… —Lo sé, cariño —me abrazó de las caderas. Yo le apreté más fuerte. Noté la polla contra mi conchita por encima de la ropa y el sonrojo volvió. Recordé el besito inocente que le di, la forma que tenía el glande y lo rojo que estaba por la sangre —. Ve a ayudar a tu hermana. —Sí… bien. —Lindos pechitos —dijo él a modo de juego, y yo me reí apenada y fui a buscar a Mara. Seguí a la chica al interior de la selva, cuyos apretujados árboles apenas dejaban espacio para caminar. Ella iba por delante, marcando el paso con su singular trasero y sus piernas torneadas —¿De verdad te encanta el nudismo? —Desde pequeña he sido nudista. Mi padre, mi verdadero padre, lo fue. Es más. Yo fui concebida cuando mis padres tuvieron sexo en una playa ...
    ... nudista a la vista de una docena de personas. —¿De verdad? Tu mamá coge en público. —Sip —dijo como quien no quiere la cosa, lo más natural del mundo. Me sorprendí de eso y me pregunté que tan liberal era esta muchacha. Seguramente tendría competencia. De todos modos ignoré lo lindo de su trasero y seguí caminando. Llegamos hasta un poco dentro de la isla. Lo suficiente para ver que había un cenote de cristalinas aguas azules. Mara gritó de alegría y luego, sin decir nada, se tiró por el borde y cayó como una sirena al agua y se puso a nadar feliz. — ¡Ven! ¡Tírate! —No, gracias —bordeé la orilla y luego, más tranquila y segura, me metí al agua que estaba muy fría, pero era muy pero muy agradable. Los pezones se me erizaron. Fui hasta donde estaba Mara, y comenzamos a echarnos agua, a embarrarnos las tetas en medio de nuestros juegos inocentes como si fuéramos niñas. Su sonrisa era muy dulce y me sentí algo en confianza. Quizá eso me faltaba: convivir un poco más con ella y conocerla. Después de nadar nos fuimos a la orilla a acostar sobre la arena. Mara abrió sus piernitas y comenzó a tocarse el borde de la vagina. —¿Qué haces? —Voy a masturbarme. ¡Es riquísimo! Estoy desnuda, en la selva… me siento muy natural. ¡Hazlo! ¡Métete unos dedos! —No, gracias. —¡Quieres mirarme! —No. Cerré los ojos y traté de dormir un poco. Realmente me sentía relajada ante tanta belleza natural, ante la calidez del sol que contrastaba con la frescura del cenote en el que nos habíamos bañado. También ...
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