La tía Hilda
Fecha: 10/11/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Alberto S. Juar, Fuente: CuentoRelatos
... alguna de tiempo, vos tampoco. Yo vislumbre algo que me gustó y vos también, así que…
—¿Así que, qué?
—Qué te parece si la tía te invita a que pasemos un rato divertido…
—Tiiiaaa…
—¡Tía, las pelucas!! Es preferible a hacerse una paja…
Y tomándome de la mano, me dice:
—¡Vamos!
Cuando llegamos al estacionamiento, me tira las llaves del auto diciéndome:
—Maneja vos.
Yo no terminaba de creer que mi tía quería acostarse conmigo, no me entraba en la cabeza. Así que me subí y empecé a manejar siguiendo sus indicaciones, porque yo no conocía algún lugar en Mar del Plata. Después de varias vueltas y revueltas, me indica una entrada de garaje, que no tenía ninguna aspecto de “telo” y me meto, nos bajamos del auto y nos metimos en un ascensor llegando a un departamento del que tenía la llave. Cuando nos metemos, veo que tenía todas las características de un cuarto de hotel alojamiento, con hidro, espejos, luz difusa, video y demás.
La tía se da vuelta y mirándome a los ojos, sin decir nada, me empieza a desvestir, y así como empieza, a mí se me va poniendo dura. Cuando termina de bajarme el calzoncillo, la poronga saltó para arriba con violencia. Ella da un paso para atrás, me mira bien y suelta:
—¿Te acordás de cómo te lavaba el “pichulin”? —Y dándose vuelta, levanta los brazos y se queda quieta.
Así en bolas como estaba, me acerqué, le apoyé la pija en el culo y le agarré las tetas, masajeándolas y apretándolas. Empezó a suspirar suave. Como pude le ...
... desabroché la blusa, el corpiño, le bajé la pollera y la tanga, todo junto y la empujé para la cama.
Se echó de espaldas, recogió las piernas y abriéndolas mucho, me dijo:
—Dame, Damián, dame masa...
Y yo le di. Sin esperar ni medio segundo le apoyé la punta en la concha y se la mandé adentro.
—¡¡¡Aaaaayyyyy, hijo deputa, que me partís!!! ¡¡¡Aaaahhhh, que pedazo, puto!!! ¡¡¡Oughhh, aaaahhhh, uuuffff, mas, mas, mas, mas, dame, dame, dame!!!
Estaba en el borde de la cama y la tenía clavada con las patitas al hombro y le daba como un desaforado y a mi tía le gustaba.
En una de esas le digo:
—Me voy, tía, me voy… —y amago a sacarla.
—¡Dejala, dejala, llename, llename, dame, dame!…
Y se empezó a retorcer y a largar un flujo transparente que mojaba todo, mientras gemía y suspiraba. Yo le descargué tres o cuatro escupidas en el fondo de la concha, que, junto con su flujo, hicieron una mezcla patinosa que se le chorreaba por la raya del orto.
Y teniéndola como la tenía, se la saqué y se la apoyé en el culo.
—¡Noooooo, hijo de puta, por el culo noooooo! —me grita.
Viendo como venía la mano, la solté y le arrimé la pija a la boca. Se desesperó para chuparla, metiéndose la cabeza y parte del tronco adentro.
¡¡Casi me hace acabar por segunda vez!!
Cuando se apaciguó un poco, me dice:
—¡Que flor de pedazo que tenés, Damián!
Y me tira de la mano de modo que me acueste al lado de ella y me empieza a acariciar las tetillas, me soba la pija, me ...