1. Mis sesiones más calientes con Roger69 (Parte 2)


    Fecha: 06/07/2021, Categorías: Intercambios Autor: Yolinda, Fuente: SexoSinTabues

    ... comprendí que deseaba más, mucho más. Aunque en un principio me había sentido incómoda, ahora estaba disfrutando más que nunca. Y ni siquiera me preocupaba que pudiera entrar alguien más; de hecho, empezaba a desearlo. Mi amo tenía razón: era demasiado fogosa para un solo hombre. Se intercambiaron los papeles y Roger siguió follándome el coño mientras yo engullía la polla del desconocido. Sin embargo, el amo se detuvo de repente y tiró del plug anal. Entonces sacó la polla impregnada de mis fluidos y empezó a meterla en el ano con cuidado. Sentí que me iba a romper el culo, pero poco a poco se fue adaptando al tamaño de la polla y supe que había entrado toda cuando me golpearon sus huevos. Empezó el movimiento de mete-saca, cada vez más rápido y fuerte, para luego sacarla del culo y volver a penetrarme con dureza el coño. Alcancé el cuarto orgasmo y, a continuación, un abundante squirt, que Roger lamió con su lengua. —¡Qué buena zorra eres! ¡Cómo me pones siempre! —exclamó el amo, dándome otra fuerte nalgada y dejándome el culo enrojecido—. Ahora quiero que me cabalgues —me ordenó. Roger se tumbó y me senté sobre él, ensartándome su polla hasta el fondo. Me incliné para lamer sus tetillas y entonces el desconocido se me arrimó por detrás. Me subió el vestido hasta sacármelo por la cabeza y la punta de su polla empezó a ...
    ... presionar la entrada de mi ano, que cedió con facilidad. Grité al sentir ambas pollas llenando mis entrañas a la vez y cabalgué al amo con desesperación mientras el otro hombre me rompía el culo y se agarraba a mis pechos. A los pocos minutos, embriagada de placer, me corrí por quinta vez, casi al mismo tiempo que Roger, que descargó su leche en el interior de mi vagina. El desconocido sacó la polla de mi culo y se corrió encima de mis pechos y de mi cara. Abrí la boca y un chorro de la leche caliente entró en ella. La saboreé con avidez porque era mi premio: el premio de una buena zorra que había aprendido a disfrutar de su cuerpo. Luego limpié con la lengua la polla del amo y no dejé ni rastro de leche. Me pregunté qué más pasaría aquel día, pues sin salir de la estación de tren ya habíamos improvisado un trío. Y, en efecto, aún quedaban muchas emociones —y corridas— por delante. Aquello no había hecho más que empezar. **** En la cafetería, el camarero había estado observando todo lo ocurrido a través de las cámaras que él mismo había instalado en el lavabo sin que los jefes se enteraran. En apenas un mes había reunido un montón de material para subir a su página web y estaba ganando un buen dinero con todas las visitas que tenía. Aquello era una mina de oro. Con la mierda de sueldo que cobraba, uno tenía que buscarse la vida. 
«1234»