1. En la semana de Pascua


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    Era Pascua, habían acabado los desfiles de Semana Santa y del lunes de Pascua y programamos toda la familia un campamento para el fin de semana siguiente, que era un puente largo por la fiesta de san Vicente en lunes; esto nos daba para cuatro días de aire, sol y mar. Nos dispusimos a acampar cerca de una playa nudista en la zona de El Saler donde se sitúa el Parque Natural de la Albufera. Hay allí algunos establecimientos de camping y tendríamos la belleza de El Saler a mano. En un camping se tiene mucha libertad para vivir por lo rústico, sin compromisos sociales, y contamos, además, con algunas comodidades propias de un camping, principalmente baños y agua potable.
    
    Íbamos varias personas de la familia, pero como la mayoría de ellos trabajaban, sólo podían llegar el sábado en la mañana, a la hora del baño y a comer. Mi primo Matías, que era estudiante como yo, y por tanto estábamos todavía de vacaciones, nos ofrecimos a ir el viernes temprano para preparar el campamento. Así que, llegado el viernes, un amigo nos dejó allí con las tiendas de campaña y una mochila con poca ropa, ya que el resto vendría al día siguiente con todos los demás, la mayor parte chicos, porque las chicas si no pueden pintarse y ponerse mil ropas cada día no viven, se quedaron para cuidar de la abuela que no necesita cuidado, pues está menos loca que todas ellas juntas.
    
    Llegamos temprano, antes de comer, y nos pusimos manos a la obra, limpiando la zona —que era lo razonable por tratarse de un ...
    ... camping— y montando las tiendas para poder acabar en cuanto antes e irnos a la playa.
    
    Hacía mucho calor e inmediatamente nos quitamos las camisetas. ¡Matías era un espectáculo! Morenazo, a sus 20 años, era dos años mayor que yo, se le veía muy bien acabado, orgullo de su madre que es también otro monumento. Desde que hacía ejercicio ya desde adolescente, al menos llevaba ya cuatro años dándole duro a su cuerpo, sus brazos y pecho estaban bien definidos, fuertes, pero sin exagerar. Lo más atractivo era esa línea en forma de pluma negra clara cubriendo su pecho, bajando por el vientre y perdiéndose en la línea de la cintura, escondida por el short que vestía. Las piernas eran fuertes y peludas, como me gustan en los demás, pues yo me depilo continuamente. Matías no es muy alto, medía entonces 1,65 metros, pero era todo proporcional y tenía una cara preciosa. Llamaba la atención allá dónde iba. Lo sabía y lo utilizaba como un poder para capitanear a las chicas del barrio ya desde el colegio, teniéndolas bobamente embelesadas, a parte de su extremada simpatía.
    
    Mientras preparábamos el campamento y desde que nos quitamos las camisetas, yo tenía que disimular mi polla que estaba dura todo el tiempo, mirando ese cuerpo fuerte, sudoroso y bronceado que de vez en cuando recaía sobre mí mientras montaba la tienda de campaña. Su sudor se mezclaba con el mío y cuando Matías no miraba pasaba los dedos por donde me había tocado para oler y degustar el sudor propio de un macho bien ...
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