-
Cómo pasó, lo que pasó...
Fecha: 01/08/2021, Categorías: Confesiones Autor: pompita, Fuente: CuentoRelatos
Edades adolescentes. La calentura a mil, y cada uno de nosotros, motivados por una fantasía que veníamos madurando en aquel grupo de 14 chicos varones que conformábamos aquella compacta pandilla. ¿Cuál era esa fantasía que veníamos madurando? Una fantasía, alentada por aquellos videos pornográficos donde habíamos establecido elegir como preferibles para mirar, y que consistían en las orgías dominantes en las cuales las chicas, eran sometidas a intensísimas sesiones de sexo salvaje, por varones que las hacían el centro de salvajes folladas interminables. ¿Y por qué no poder hacerlo también nosotros? Era nuestra pregunta. Pero... ¿y las chicas...? ¿Cuáles? ¿De dónde sacarlas...? Todos nosotros éramos verdaderamente chicos muy bien parecidos y agraciados todos con unas figuras masculinas de muy asombrosa coincidencia en los 14 que éramos, cosa no muy común en un grupo tan numerosa donde siempre generalmente existe algún que otro fuera de aceptable estética por decirlo eufemísticamente... pero en nuestro caso, éramos una verdadera "selección de chicos lindos". ¿Cómo no aprovechar entonces tal suerte, para llevar adelante aquella cochina idea? ¡Obvio que sí! ¡Pero estaba el faltante, del material femenino para tal cosa...! ¡Mujeres! ¡Nos faltaban... las mujeres!!! Hasta que una noche, caliente noche de un carnaval coloridamente alegre y pleno de bullicios y corso por una inmensa avenida contigua a una extensa floresta que se prolongaba hasta las costas del río allá ...
... a varios kilómetros, allí, en ese multitudinario corso de carnaval, la suerte quiso que otro grupo juvenil, ¡femenino! se encontrase con el nuestro en aquel bullicio festivo y donde los alegres ánimos tanto de nosotros como los de ellas, estaban dispuestos a conseguir ese espíritu de marcha orientado al placer y la aventura. Aquello, parecía como una mágica coincidencia donde la suerte, había aritméticamente conjugado los números para que, entre nosotros, las cuentas cerraran perfectas: Éramos catorce nosotros, ¡Y eran catorce, ellas! Ellas, un tanto menores que nosotros, es verdad; pero todas, todas ellas, con una exuberancia física que las mostraba muy superiores a nosotros, en corpulencia y altura. Parecían, como seleccionadas para un conjunto de mujeres robustas. Inmediatamente comenzamos a contactarnos en ese rápido y hábil estilo donde tanto nosotros como ellas utilizábamos nuestras mañosas artes para la seducción y la simpatía, y rápidamente congeniamos en esa afinidad que también ellas como nosotros, buscábamos para lograr lo que pretendíamos... pues si nosotros queríamos marcha picante, ellas: ¡también! Pronto, llevamos nosotros la delantera, en la osada propuesta a intimar en un íntimo acuerdo a sostener juntos una orgía de amor, para saciar nuestros apetitos ardientes que ni nosotros ni ellas, ocultábamos. Ellas, obviamente como mujeres y mucho más cautas, comenzaron a manejar la astucia de saber prolongar la aceptación a tales propuestas, en el ...