1. ¡El semental de confianza!


    Fecha: 02/08/2021, Categorías: Hetero Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... completando así la famosa colección.
    
    “¡Ya sé!”, dijo Patty. “Cuando venga Ramón, me tiraré a tomar el sol en la alberca, nomás quisiera que no estuvieran mis papás y tú te hicieras la que no vio nada, como le haces con César”.
    
    “¡Suertuda!”, dijo Claudia. “Mis papás van a Phoenix la próxima semana, en cuanto regrese del DF”.
    
    Los ojos de Patty se abrieron de la emoción. Claudia vería la manera de continuar pronto la interrumpida culeada.
    
    *************************
    
    “¡Ay Ana, no puedo…!, ¡ya no aguanto más!”, gritó el Choro dentro del automóvil, al tiempo que comenzó a eyacular con su desenfrenada energía en la boca de la bella mujer, quien entre gemidos devoró toda su carga, lamiendo los restos en el tronco del pene y en el pelo púbico del mocetón.
    
    Ana se incorporó, tomo un pañuelo desechable y se limpió la boca y la cara mientras el Choro solo la veía. Se vió en el espejo y luego lo besó suavemente en la boca. Tomó otro pañuelo y limpió la entrepierna del muchacho.
    
    Salieron algo sudados del automóvil de Ana. El Choro se fue al jardín a fumarse un cigarro mientras ella entró a la casa.
    
    Ramón o le dio indicaciones precisas de que hacer, y el muchacho solo deambulaba por el bello jardín de la casa de Ana, asombrado por la grandeza, elegancia y buen gusto.
    
    Entró al cuarto de servicio donde su padre guardaba sus cosas y su herramienta, y comenzó a husmear, buscando más cigarros.
    
    Cuando abrió uno de los cajones, notó de inmediato un calzón y un ...
    ... brassiere, seguramente de Ana, endurecidos con su semen seco. “Viejo puñetero”, murmuró el muchacho.
    
    Ana llegó a donde estaba el Choro y se percató que veía su ropa interior. Al darse cuenta, el muchacho echó las prendas dentro y cerró el cajón.
    
    “¿Quieres comer algo, chiquito hermoso?”, preguntó Ana con maternal tono. “¿Qué hacías?”.
    
    “Buscaba unos cigarros de mi apá, pero no dejo nada”, contestó el Choro con algo de pena. “Si, tengo hambre”, agregó.
    
    Ana lo tomó de la mano y lo condujo a la cocina. El mozalbete estaba encantado de sentir su mano y caminar por el pequeño paraíso.
    
    La bella señora presentó al adolescente el abanico de opciones para comer. Finalmente decidió y ella le preparó una deliciosa cena tempranera, segura de que más tarde querría más para mantener viva esa energía que lo hacía único.
    
    “¿Quieres que te compre cigarros ahorita que salga?, por qué no creo que te los vendan”, propuso.
    
    “¡Si, muchas gracias!”, contestó el Choro.
    
    “Tan chiquito que estás para que fumes”, dijo Ana.
    
    “¡Ay señora Ana, usted se fuma de estos y no le digo nada!”, replicó el jovencito al tiempo que se llevaba ambas manos a su bulto, al tiempo que ambos se rieron.
    
    “Si, ¡pero esos son buenos para la salud y los otros no!”, reviró ella.
    
    Después de cenar, Ana y su adolescente amante recorrieron la obra para revisar los trabajos pendientes de su padre.
    
    Eran casi las 7 pm. Ana tenía que ir a recoger a sus hijos a casa de su amiga Mally, donde los había dejado su ...
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