¡El semental de confianza!
Fecha: 02/08/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... hija menor que si cuanto tiempo llevaban de novios.
“Déjame ver”, dijo Patty, “cuatro, ¡no!, cinco años. Sí, cinco, yo tenía 18 cuando nos pusimos de novios”.
La señora Patricia sabía que su hija menor y César se casarían algún día, por lo que no sentía incomodidad alguna por sus relaciones íntimas.
“¿O sea que me han visto desnuda y a él también?”, pregunto ilusamente Patty.
“¡Ay mi hijita!”, dijo la señora, “¡nomás nos falta verte por dentro!”.
“¡Ciertísino!”, agregó Claudia.
Las tres casi se ahogaron de la risa.
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“¡Hah!... ¡ah!... ¡hah!... ¡hah!”
Se escuchaba la voz de Ana hasta fuera de la recámara, mientras el Choro, por primera vez, le introdujo su pene en la vagina. Cada impacto del mocetón tirando de sus nalgas por las caderas, le arrancaba un placentero grito. El Choro permanecía de pie, mientras ella estaba de perrito sobre la cama.
“¡Que panochita tan rica tiene Ana!... ¡rica, rica!”, decía el muchacho con moderadas exclamaciones. Si alguien iba a despertar a los niños, no sería el.
Ana jadeaba y gemía de placer, exigiéndole que la penetrara más y más, mientras el adolescente la penetraba con inusitado vigor, permaneciendo dentro de ella lo más que podía alcanzar su largo miembro, y luego la bombeaba unos segundos.
“¡Tranquilo, sementalito, tranquilo!”, imploraba Ana. “¡Hazme gozar más, mucho más!”.
El Choro bajó su ritmo, haciéndola gozar más aún. Metía y sacaba tierno pero enorme pene, pero ...
... igual de firmes, haciéndola sentir más su cabeza en lo profundo de su vagina.
La bella señora continuó con sus placenteros gritos sin parecer importarle mucho el sueño de sus hijos.
Sin lugar a dudas para ella, resultaba cierto que su incipiente amante se había estado masturbando por ella. Aunado al sexo oral que le practicó en el auto, hacían que el mocetón aguantara más de lo normal. En otras circunstancias ya hubiera acabado.
Ana sabía que no era necesario que eyaculara para embarazarla, además, seguramente sus espermatozoides plagaban su pene el cuál había limpiado solo con su boca y papel higiénico. Estaba casi convencida de dejarlo terminar en su vagina. Si ya estaba embarazada de su padre, ¿Qué más daba? Seguramente ya la había salpicado.
Ana no podía más y empezaba a sentir que pronto tendría un delicioso orgasmo, deseando que el Choro le hiciera comparsa con su eyaculación, pero le faltaba la habilidad de su padre.
“¡Sácamela y métemela por el fundillo, mi amor!, ¡me vengo, me vengo!”, gritó Ana.
El Choro quedó inmóvil esperando sentir el orgasmo de su bella amante, desobedeciendo su orden. Sabía que podría echarle a perder el momento y estaba seguro de no venirse.
Ana alabó su desobediencia, desbordándose de placer, presa de un intenso orgasmo. Se dejó caer en la cama con el muchacho pegado aún a su vagina, quedando sobre su espalda de cuerpo completo.
El adolescente disfrutó su desnudez acariciándola y besándola, deleitándose con su agradable ...