¡El semental de confianza!
Fecha: 02/08/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... prieta como él, llena de venas, que la ves y crees que te va a hacer trizas, pero el deseo puede más y la tienes que tener. No hay otro igual. No tiene fin…, te da y te da hasta volverte loca”, describió la bella señora.
“Te llena completita, por donde te la meta, y te hace hacer locuras, te droga”, continuó con notable tono lujurioso.
“¿Dónde lo hacen mami?”, pregunto Patty.
“Aquí, en el patio, en la alberca, en mi recámara… en hoteles de paso, hasta en el rancho”, contestó.
Su mirada se quedó fija en la casi vacía botella de vino después de su confesión. “El vino saca lo que la mujer calla”, agregó.
Claudia pudo constatar todas y cada una de las palabras de su madre al describirlo.
“Está un semental Patty”, comenzó Claudia, “que a mí me manosea cuando yo se lo pido con solo mirarlo. Sabe interpretar mi mirada. Tiene unos dedotes largos, largos que te hacen explorar Patty… sabe cómo y dónde acariciarte en el momento preciso y te vuelve loca. Cuando se saca su cosa, ya sé lo que tengo que hacer, como a él le gusta… y sabe riquísima, aunque sientes que te ahoga con el tamaño. Me abarca toda la boca, es excesivo… ¡rico!”.
“Cuando me estaba cogiendo antier en la tarde”, continuó Claudia, “por primera vez, nunca me la había metido más que en la boca, sentí que me iba a reventar por dentro… por detrás”, “llega esta zonza y nos cacha y nos echó a perder la función”, dijo riéndose, tal y como se tratara de aventuras platicadas entre colegialas ...
... primerizas.
“¡O sea que Patty te la debe!”, dijo riéndose la señora Patricia.
“¡Sí!”, contestó Claudia, dando a su hermana menor un leve empujón con el puño en el antebrazo.
“¿Si saben que se coge a Ana también?”, dijo Patricia, no recordando bien si ya había expuesto a su única hija casada.
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Ana acariciaba el pelo de su juvenil amante mientras él tenía su cabeza recargada en su pecho, después de haberla hecho suya por segunda vez. De no haber estado desnudos, la escena fuera la de una madre consolando a su hijo.
Sabedora que al día siguiente el muchacho ya no vendría por su nuevo empleo, quería disfrutar al máximo su compañía. La noche se iría en un abrir y cerrar de ojos, pero pudo más el cansancio de la intensa tarde y se quedaron profundamente dormidos.
Contrario a su padre, el Choro necesitaba ser despertado. Su entrada era en el turno de las 10 AM, pero tenía que ir a su casa y hacer lo propio y avisar a sus padres.
Ana lo trató de despertar acariciando su cabeza y besando su boca. Estaba recostado de lado, dando su cara hacia ella.
“Bebé”, le decía dulcemente. “Bebé, ya es hora de despertarte”, repetía mientras seguía besando su boca y sus brazos.
El muchacho solo volteó su cabeza para el otro lado. Suspiró profundamente y se rodó para quedar sobre su espalda.
“Despierta, hermoso”, insistió ella.
El Choro se estiró. Ana pensó que, finalmente, despertaba, pero no fue así. La sábana que lo cubría empezó a levantarse sobre su ...