¡El semental de confianza!
Fecha: 02/08/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos
... su alegría. Tomó su mochila y comenzó a empacar lo necesario para regresarse con Ana a su residencia.
Al inicio del largo trayecto hubo silencio. Poco después, Ana fue la primera en hablar.
“¿Y cómo está mi príncipe azul?”.
“¡Mmta doña Ana, ya me la jalé como tres veces pensando en usted!”
El deseo de Ana no tenía fin, con el padre o el hijo, era preocupante para ella pensar en cómo calmaría sus ansias cuando regresara su esposo.
Ana sentía en el ambiente las desbordantes ganas del muchacho de poseerla, y ella deseaba que así fuera. Ana bajó su mano y se puso a acariciar el muslo del mocetón. El Choro le puso la suya encima y la jaló a su abultado miembro. Ana lo acarició y lo comenzó a apretar, constatando la dureza de su incipiente amante.
Disimuladamente, Ramón Jr. llevó su mano a la vagina de Ana mientras manejaba. Aflojó su pantalón y metió su mano, sintiendo los húmedos labios de la joven señora. Empezó a acariciar su intimidad, y ella comenzó a gemir levemente y detuvo su mano.
“Vas a hacer que choque”, le dijo sonriéndole.
El muchacho se desabrochó el pantalón, sacando su enorme y curvo pene, y comenzó a sacudirlo mientras ella, disimuladamente volteaba a verlo. Llevó su mano, lo tomó, y sintió en la vibrante juventud del Choro: dura, caliente, húmeda y suave, con sus venas claramente delineadas, mientras Ana sentía su vulva derretirse del deseo. Acarició sus duros testículos que estaban ya cargados del elíxir de placer que tanto ...
... quería.
“¿Se la alcanzó a coger mi apá Ana?”, preguntó el Choro.
“Mmmm”, pensó ella en el desastre que ocasionó su caliente padre por la mañana.
“Sí, digamos que sí”, contestó Ana. “Tu padre es un toro”, agregó.
Se detuvieron en un Oxxo y Ana le dio dinero para que se comprara algo. Metió su pene en el pantalón y acomodó su bulto le mejor que pudo. “Ten cuidado guapo. Se te nota mucho”, le advirtió ella al abrir la puerta del auto.
El muchacho volvió al auto cargado de comida chatarra. Su notoria erección no lo preocupó dada su arrojada forma de ser.
Llegaron minutos después a su casa. Cuando se cerró la puerta de la cochera, el inexperto muchacho saltó al lado del conductor, besando locamente a la amante de su padre, haciéndola corresponder su ímpetu, abrazándolo y acariciando su cara mientras devolvía su locura.
El Choro se separó y se recargó en la puerta de su lado. Se desabrochó el pantalón y lo bajó hasta sus rodillas. Ana lo miró con ojos de lujuria al tiempo que el caliente jovencito empezó a agitar su pene, invitándola.
“Aquí éntrele Ana”, le pidió, “no me diga que nunca se ha aventado una mamada en un carro”.
Ana cedió a la invitación del adolescente. Se recorrió un poco hacia su lado, bajando su cabeza para deleitarse con el tierno sabor del enorme pene del Choro, forzándolo con su mano para desdoblarlo, atrapándolo con su boca ansiosa. El joven hizo gala de elasticidad al bajar el pantalón de la señora, acariciando sus suaves nalgas mientras ella ...