1. Mi hermanita de 13 añitos


    Fecha: 09/08/2021, Categorías: Hetero Autor: vianca, Fuente: RelatosEróticos

    ... dormía. Sin embargo, me quedé pensando
    
    que si "eso no le gustaba", lo otro sí le gustaba.
    
    Pasaron así varios días. A veces nos poníamos a ver tele, y
    
    ella se sentaba sobre mí para que jugáramos al caballo. Yo la frotaba contra mi
    
    pene y ella daba saltitos juguetones. Otras veces ella se bajaba, solita, los
    
    calzones para que le acariciara su vagina. Me daba algo de pena que ella no
    
    pudiera sentir excitación, que no podía masturbarla y que ella no sentía placer
    
    sexual. Pero ella era inquieta y estos juegos sexuales la entretenían, así que
    
    seguimos satisfaciéndonos.
    
    Un gran paso fue enseñarle mi pene a mi hermana. Estábamos
    
    jugando a esconder una batería pequeña de walkman, y ella la escondió debajo de
    
    sus bragas. Yo, obedientemente, tuve que dedicarme a la placentera tarea de
    
    buscar bajo sus calzones a la feliz batería. Buscaba entre sus piernas, en su
    
    trasero, en su clítoris. Cuando lo encontré, la puse dentro de mi pantalón de
    
    pijama. Y esto me sorprendió: ella en vez de ponerse a buscar la batería, empezó
    
    a manosear mi pene, a restregarlo de manera desordenada y frenética. Me divirtió
    
    mucho, pero al final encontró la ...
    ... batería. Una vez ella estaba sentada en un
    
    sofá, viendo televisión. Yo me paré frente a ella, a mirar lo que ella veía.
    
    Entonces sentí como su mano se metía bajo mi traje de baño (llevaba un traje de
    
    baño porque era más cómodo que la ropa de calle, y porque hacía calor) y me
    
    acariciaba con descaro los huevos y mi palo.
    
    Lo último que alcancé a hacer con ella antes que se aburriera
    
    de estos juegos fue que me dejara besar su vagina pero a través de su ropa
    
    interior. Como ya habíamos entrado en confianza, le dije que quería hacer aunque
    
    sea esto. Ella dijo que no quería. Se lo volví a rogar, y le pedí que fuesen
    
    aunque sean 20 segundos. Entonces ella accedió, con tal de que dejase de
    
    molestarla. Entonces le subí el vestido y me hundí en su entrepierna, frotando
    
    mi nariz contra su ranura invisible, besando su clítoris a través de la delgada
    
    tela de su calzón, mientras ella contaba en voz alta hasta 20.
    
    Pero todo esto ya terminó. Han pasado años y ella se ha
    
    convertido en una mina increíble, pero sé que jamás se prestaría para más sexo
    
    incestuoso.
    
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