1. Por malcriada


    Fecha: 27/08/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Mi papá es un auténtico degenerado! Hace todo lo posible todo el tiempo para estar solo en la casa y mirar películas porno. Yo ya sé que sus favoritas son las de peteras ardientes, todas aquellas en las que hay brasileñas o asiáticas. Muchas veces lo vi de casualidad, o por pura lujuria personal.
    
    Me encantaba entrar a su dormitorio con cualquier excusa y sorprenderlo con la mano en la pija y los ojos clavados en la pantalla, y entonces disfrutaba mucho de su cara de poca capacidad para explicarme que todo estaba bien, que golpee antes de entrar y esas cosas.
    
    La cosa es que, siempre que yo llegaba del colegio él me esperaba para almorzar. Yo era una chica rebelde, contestadora, pésima alumna en especial en las materias exactas, y la verdad, tenía serios problemas para bañarme con continuidad. Mi madre es empleada cama adentro de una familia de guita, y solo está en casa los fines de semana. Por lo tanto, mi padre y yo estábamos acostumbrados a convivir y a soportarnos.
    
    Una tarde, apenas llegué de gimnasia, me encontré a mi viejo tomando mates viendo una película chancha. La tele estaba muteada, pero sus ojos ni siquiera advirtieron mi presencia, hasta que le toqué el hombro parada detrás de su silla favorita.
    
    La cosa es que, al rato salgo de bañarme, y totalmente segura de que mi padre había salido a comprar unas verduras, me paseo un rato por la casa en toallón, y apenas con una tanga blanca. Cuando llega, yo justo estaba abriendo la heladera intentando aplacar ...
    ... mi sed con algún juguito. Pero él me toma de los hombros, y mientras siento que el toallón comienza a resbalarse por mi cintura, él pega su cara a la mía para decirme:
    
    ¡mirá guachita, así, esto no puede ser… no podés andar medio desnuda por la casa!
    
    Yo tuve una reacción inesperada en mí, ya que yo suelo ser una mal educada, pero siempre respeté la autoridad de mi viejo. Aun así le dije:
    
    ¡y vos, qué me decís, si te la pasás mirando películas de putitas mamando pijas! Es más, te apuesto lo que quieras que ahora la tenés re dura por la peli que viste hace un rato!
    
    Mi viejo me dio vuelta la cara de una cachetada, me dio un chirlo ardoroso en la cola y me exigió ir a vestirme.
    
    Aquello quedó allí nomás. Pero cierta mediodía en el que yo dejaba mi mochila en el sillón dispuesta a poner la mesa para almorzar con mi viejo, él se me aparece detrás de mí, justo cuando estoy poniendo los vasos, y me dice con serenidad:
    
    ¡cómo te fue en el cole hoy bebé? Me parece que bastante bien, porque veo que no te pusiste bombachita!
    
    Eso era algo que hacía con habitualidad. Pero ser descubierta por mi padre me participó una excitación que nunca había sentido. No sé qué le dije. Solo que minutos después yo estaba parada sobre el sillón, ofreciéndole mis nalgas a sus manos y mis olores a su olfato de perrito callejero. Él estaba sentado, por lo que me levantaba la pollerita a su gusto y me acariciaba como quería.
    
    Momentos después, su dedo rozaba mi vagina flujosa como nunca, y mi ...
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