1. Por malcriada


    Fecha: 27/08/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... cola se restregaba contra su pija hinchada, tanto que parecía que fuese de hierro.
    
    ¡quedate quietita pendeja, y ni se te ocurra gritar… me vuelve loco saber que vas al colegio sin bombacha, que todos te miran el orto, que tu conchita anda al aire entre tanto guacherío, y que tu padre no puede tocarte… eso es injusto pendeja! Sos una malcriada, pero a partir de ahora todo eso se terminó! Vamos, a la mesa!, me ordenó luego de besarme el cuello, tocarme las tetas sobre la camisita de colegio, de luchar para llegar a robarle un beso a mi boca y de seguir entrando y saliendo con su dedo de mi conchita, el que lamía y saboreaba extasiado.
    
    Pensé que me dejaría con toda la calentura para disponernos a comer las milanesas que preparó. Pero el guacho me tiró sobre la mesa como en cuatro, es decir, con los pies en el suelo y las manos junto con el torso en la mesa, me quitó la falda, frotó con urgencia su pene todavía arropado sobre mi cola y me advirtió:
    
    ¡Más te vale que no te hagas la vivita conmigo guacha… es hora de que te dé un buen chaschás en la colita cochina. Y hacele caso a tu madre… no podés tener tantas bombachas sucias debajo de tu cama roñosa!
    
    En ese instante se las ingenió para chuparme las tetas mientras me juraba que yo soy más linda y putita que las actrices de las pelis que mira, me hizo tocarle la pija con una mano, me pidió que se la amase un poquito, y en cuanto lo escuché gemir medio por lo bajo se acomodó tras de mí para pajearse en la intersección ...
    ... de mis glúteos generosos. Me dio algunos azotes con su mano y con su verga cada vez más empalada, me hizo un sendero de saliva en la espalda de tantos besos ruidosos, me abrió las piernas y se agachó para olerme. Pensé que me mandaría a la pieza de una al descubrir que tenía la conchita caliente todavía por un polvito que me eché con el hermano de mi mejor amiga en el colegio. Pero solo le obsequió a su lengua y al tacto de sus dedos todo el calor que se acumulaba en el interior de mi vulva empapada, latente, sensible y tan caliente como los lametazos de mi padre en mi sexo. Le gustaba mi aroma, porque me lo remarcaba todo el tiempo con suspiros profundos.
    
    Pronto, cuando se reincorpora, y sin darme tiempo a nada siento que su glande penetra el umbral de mi conchita, y entonces su cuerpo comienza a chocarse con el mío para entrar con esa pija en mi intimidad, haciéndome gemir, babearme como una cerda inmunda, estirarme los pezones con una mano y pedirle más.
    
    ¡Dame pija papiiii, dale que mami no se va a enterar… aunque seguro que te gustaría que esté acá, y que me chupe las tetas, mientras vos te la cogés no? Cómo gime la guacha cuando te la cogés pa, muchas veces los escuché! Dame la lechita pa, no seas malo, metémela toda que siempre voy a ser tu nenita malcriada!, le decía al borde de la emoción y las lágrimas por las sensaciones imposibles de graficar que esa verga paterna le daba a mis instintos de hembra.
    
    ¡Querés la leche en la conchita, o en la boca pendejita, ...