CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO
Fecha: 09/10/2019,
Categorías:
Infidelidad
Tus Relatos
Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... Despertamos juntos en su cama; yo todavía con mi ropa y ella totalmente encuerada, boca abajo para mi suerte y con el incipiente sol calentándole el hermoso culo al alcance de mi mano. Lo acaricié sintiendo que la excitación emergía en mí de inmediato, toqué su ojete masajeándolo en círculos, sorprendido porque la mitad de mi mano desaparecía entre esas hermosas carnosidades.
Aún dormida, pero sintiendo el asedio de mis dedos, abrió las piernas mostrando su pepa roja y palpitante, abierta, invitante para recibir una verga de macho digna de aquel hueco húmedo y caliente. La toqué levemente, adivinando que la pequeña protuberancia que asomaba era su clítoris; deprimido no pude evitar compararlo con mi micro pene, dado el parecido en el tamaño y forma, sólo levemente más pequeño que mi grano. ¿Qué clase de marica tiene una miseria de miembro que puede compararse con un clítoris..? Bueno, pues ese marica soy yo. Y ahí estaba: un poco hombre impotente con un culo de campeonato en sus manos y sin poder hacer nada con él.
Una tarde de domingo en la que no teníamos proyectado nada especial, pasé por ella para llevarla a desayunar a un nuevo restaurante especializado en hot cakes; aunque Paty está permanentemente a dieta desde que la conozco, su kriptonita son los postres y, en general, la comida dulce, por lo que no pudo resistirse al manjar lleno de miel que le esperaba. Al terminar, nos fuimos a un café frente al parque México, en la Condesa, y el tema vino a colación de ...
... manera espontánea. Me preguntó que si podíamos hablar, ya que tenía muchas dudas. Le dejé en claro que, dada mi impotencia y ridículo tamaño, me es imposible penetrar una pucha o un culo. La sorpresa volvió a su semblante cuando cayó en la cuenta de que seguía siendo virgen y que lo sería el resto de mi vida... al menos del pene.
Esperando lo peor, quise adelantarme a una penosa retirada por su parte, diciéndole que entendía que no quisiera seguir conmigo, que al ser una mujer joven y hermosa era injusto atarse a un poco hombre sin virilidad. Poniendo toda la carne en el asador, le plasmé también mi torpeza con dedos y boca, narrándole las nefastas experiencias con las escasas novias que tuve. Le conté cómo me cortaban a los pocos días por mi falta de hombría y mi carencia de pericia para provocarles placer de cualquier manera y con cualquier parte de mi cuerpo. La cara de Paty parecía congelada, sólo se movía para asentir a mi relato mezclado con una explicación que nadie me había pedido. Cuando incursioné en el tema de la amistad y que estaríamos mejor como amigos, me detuvo de golpe asegurando que no tenía ningún inconveniente en seguir siendo mi novia, a pesar de mi inoperancia como varón; incluso, estuvo dispuesta a sentir mis torpes caricias e intentar guiarlas para provocarle placer. Mi felicidad no podía ser mayor, tanto que un helado de vainilla acabó en la sudadera que mi novia portaba esa mañana soleada de domingo. Cabe destacar que a mi felicidad se unió la ...