1. CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO


    Fecha: 09/10/2019, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... acerques". Obedecía y me sentaba a ver sus redondeces y  espasmos al llegar al orgasmo, algo que nunca he podido lograr con ella ni con nadie. Frotaba mi "grano" hasta lograr la eyaculación y sentía que mi novia empezaba a verme con asco.
    
       Pronto comenzaron también los extravíos, las ausencias prolongadas en las que nada sabía de ella; se perdía por toda la tarde e, incluso, por noches enteras, aduciendo al día siguiente alguna enfermedad de familiares que nunca había escuchado o amigas desconsoladas que urgían su presencia para platicar "cosas de viejas", como me decía cada vez que le slicitaba tibiamente explicaciones de su ausencia. En el fondo, temía enormemente que me estuviera poniendo los cuernos; los amigos que pasaban por ella a la oficina dejaron de hacerlo cuando comenzamos la relación, pero ella hablaba bajito por teléfono con ellos. Lo negaba, pero yo identificaba los últimos teléfonos marcados o llamadas recibidas con los de aquellos machos, pues ya tenía tiempo que había copiado su agenda para descubrir si me estaba viendo la cara de pendejo. Lo increíble es que, aunque comprobaba día a día que seguía hablando con todos ellos, la justificaba pensando que eran sus amigos y que nada tenía de malo una llamada.
    
       Hubo muchas señales de que la muy puta me ponía los cuernos, pero yo siempre las pasaba por alto o más bien me hacía pendejo. No quería perderla y el lavado de cerebro era tan efectivo que me engañaba a mí mismo y en ese tiempo podía jurarle a ...
    ... cuaqluiera que mi novia era fiel; al justificarla, lograba que mi cerebro la absolviera siempre y encontraba un pretexto para mí mismo que avalaba las extrañas ausencias, sus salidas intempestivas y los cuchicheos telefónicos. Hubo una tan evidente que confirma aquel dicho que reza: "No hay peor ciego que el que no quiere ver"...
    
       Se dio como al año de noviazgo, pocas semanas después de que celebráramos por todo lo alto el aniversario de nuestra relación. Paty me invitó a una reunión familiar que se realizaría en una hacienda por el rumbo de San Juan del Río, en Querétaro, misma que era propiedad de un tío que ella mentaba mucho: Alfonso. Se trataba de un hombre cercano a los sesenta años y que siempre había sido muy cercano a ella y sus hermanos; como mi consorte era huérfana desde muy temprana edad, el tío Alfonso vio mucho por ellos y por las necesidades lógicas que aquellos infantes tenían al perder a uno de sus padres. La graduación de uno de sus primos, hijo del tío Alfonso, era el motivo de la invitación; se trataba de una de esas reuniones multitudinarias a las que asiste casi una centena de personas, entre familiares y amigos. La verdad es que nunca me han gustado esas fiestas en las que nadie conoce a nadie y uno tiene que ser amable con los demás por obligación, mostrarse interesado por temas que te valen madre y, a la vez, platicar cosas que a los demás también les importa un comino. No obstante, no la desairé y me comprometí a acompañarla. Nos iríamos el sábado ...
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