CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO
Fecha: 09/10/2019,
Categorías:
Infidelidad
Tus Relatos
Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... y regresaríamos el domingo, pues la hacienda era enorme y muchos de los parientes más cercanos se quedarían a dormir ahí...
Para esas fechas, mis ahorros me habían permitido adquirir un carrito con el que me trasladaba. No era la gran cosa, pero sirvió para llegar. Salimos muy temprano, pues quería aprovechar para disfrutar de la barbacoa Santiago: un restaurancito en la carretera antes de llegar a San Juan del Río en el que la carne se deshace en la boca y las tortillas son hechas a mano, parada obligada de quienes acostumbran a rodar por esa autopista y aseguran que se come la mejor barbacoa del mundo. Poco después de las nueve de la mañana ya estábamos en el lugar. Mi entonces futura esposa siempre ha sido muy rara para la comida; le digo que no parece mexicana, porque no come ni una pizca de chile y no es muy aficionada a las deliciosas garnachas, mismas que para mí representan la verdadera alta cocina de nuestro país. Prefiere las baguetes o chapatas con jamón de pavo y esas cosas, los postres desde luego y cualquier cosa que lleve queso, pero nada condimentado ni mucho menos picante. Por tal motivo, se negó a probar el legendario consomé de chivo de Santiago y sólo aceptó saborear dos tacos y una quesadilla de ese queso de bola tan socorrido en el interior de nuestro país. En contraparte, le entré sin culpa al consomé y hasta siete tacos de maciza, con su limón, sal y mucha salsa roja.
Después del banquete, nos encaminamos a la hacienda, desviándonos por ...
... dos o tres caminos secundarios que, por la imposibilidad de ir a alta velocidad, provocaron que tardáramos más en ellos que en todo el trayecto por la autopista desde la ciudad. De reojo admiraba el monumento de mujer que me acompañaba: con una minifalda volada y negra con encajes y una blusa ambarina con pronunciado escote, evidenciaba la falta de brassiere, aunque decidió usar un minúsculo hilo dental también negro que apenas cubría su triángulo del amor y que dejaba su trasero absolutamente al aire. Sus piernas desnudas se sentían tersas cuando, al cambiar de velocidad, aprovechaba para acariciarlas. Algo que siempre me ha gustado de Paty es que no conoce el pudor o se le perdió en algún armario; me gusta levantarle la falda para dejar al descubierto esa deliciosa panocha, pues la mayoría de las veces no usa ropa interior, y nunca hace el mínimo esfuerzo por cubrirse. He hecho el experimento, incluso, de dejarla así, con el coño al aire, para ver cuánto tiempo pasa para que se tape... nunca lo hace. Me agrada intentarlo cuando los limpia-parabrisas se acercan y ella tan campante, brindándoles show de primera fila a aquellos trabajadores de los semáforos quienes, desde luego, se esmeran más tiempo del normal en detallar el vidrio, sin apartar la mirada de la pucha de mi esposa.
Volviendo al viaje, llegamos cerca de la una de la tarde al convivio; un grupo de valet parking nos recibió el coche, informándonos que tenía un costo que no recuerdo. Sólo faltó que Paty pusiera ...