1. CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO


    Fecha: 09/10/2019, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... interrumpió para justificar pobremente lo que mis ojos claramente observaron: "La estaba inyectando".
    
        "¿Inyectando?", pensé... ¿Por qué habría de inyectarla? Como si la pérfida supiera lo que estaba pensando, respondió a esa pregunta silenciosa arguyendo sus males de columna. Paty siempre ha sufrido de la médula espinal; ortopedistas y quiroprácticos la han tratado sin éxito para disminuir los males de su espalda, por lo que dicha justificación tenía sentido pues, cuando el dolor se hacía insoportable, yo mismo la había llevado a algún consultorio o farmacia para que la inyectaran con un medicamento muy fuerte y que, por precaución, siempre llevaba en la bolsa. Por tanto, de momento lo creí...
    
       Su perorata continuó informándome que su tío siempre la había inyectado cuando era adolescente y que, mientras yo bailaba con la poco agraciada amiga de su primo, sintió ese dolor lacerante que le visitaba de vez en vez; buscó al señor que en ese momento encendía un puro con cierto nerviosismo y le pidió que le administrara el medicamento, lógicamente inyectado en uno de esos glúteos que hasta hace unos segundos el improvisado enfermero tenía prácticamente en la cara. Pedí disculpas por mis celos infundados y ambos me tranquilizaron cambiando de tema, conminándome a reunirnos con el resto de la gente en el jardín.
       
        ¿Por qué creí esa intrincada historia? ¿Por qué me sentí aliviado cuando le intenté dar lógica a la explicación? ¿Por qué no ahondé en los hechos ...
    ... cuando era evidente que no había material médico por ninguna parte? Y si la jeringa ya se había usado, ¿por qué el caporal seguía amasando ese par de nalgotas? ¿Qué clase de inyección se da con la cara en medio de las pompas? ¿Y por qué el tío tuvo que fajarse la camisa al levantarse de tan comprometedora posición? Si Paty traía un hilo dental que dejaba todo su enorme culo al aire, ¿por qué desapareció esa mini prenda si no había necesidad de quitarla para aplicarle la picadura? Y es que nunca más supe dónde quedó esa tanga; cuando ya entrada la madrugada nos fuimos a la habitación que nos asignaron, le pregunté por ésta, conformándome conque no sabía dónde la había dejado... ¿Soy un pendejo? Definitivamente, pero le creí todo y, para mí, la virtuosa novia de mis sueños seguía siendo blanca y pura como lo había sido durante todo el año que llevábamos de relación. Cómo no...
    
       Mi amor siguió creciendo, convenciéndome de que quería pasar el resto de mi vida con aquella damisela fiel y comprensiva que había puesto el destino en mi camino. Sólo una gran mujer abnegada estaría dispuesta a sacrificar su vida sexual por el amor a su hombre. La proximidad del segundo año de relación era la prueba fehaciente de que mi novia había hecho a un lado la necesidad de un hombre de verdad, calificativo que no podía aplicarme, por la compañía y el amor inmenso de un poco hombre, casi un eunuco, que la idolatraba aunque no pudiera darle placer. Me casaría con una virtuosa intachable, pues su ...
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