1. CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO


    Fecha: 09/10/2019, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... sólo dos pisos debajo de aquel panorámico restaurante, planta en la que se ubicaban las suites más exclusivas del edificio, como la que había alquilado para esa noche. Caminamos por el pasillo mientras me cuestionaba hacia dónde nos dirigíamos, interrogante estéril pues no podía conducir a otro sitio más que a una habitación. Abrí la puerta y sus manos fueron hacia su rostro al ver lo que tenía preparado: Las cortinas abiertas, para que viera las luces de la ciudad desde el piso veintitantos, la botella enfriándose como indiqué al room service junto a dos copas, una fuente de frutas heladas y la cama king size cubierta de pétalos de rosa con esa verga de plástico en medio, simbolizando nuestra errática vida sexual y que la hizo estallar de risa.
    
       Vestida con un embarrado pantalón de mezclilla sin calzones que moldeaba su redondo culo de manera perfecta y una blusa informal medio abierta y sin sujetador, como siempre, contrastaba con mi esmoquin de un negro intenso y la corbata de moño que me iba quitando para ponerme cómodo. Y era lógico que estuviera ataviada de manera tan informal, pues no esperaba que la ocasión ameritara tal seriedad y etiqueta. Tomó el pito artificial y me miró con ojos de lascivia, mamándolo como si fuera la verga de un amante que aquella santa no había probado desde hace años; con una pericia que cualquiera hubiera confundido con la de una stripper, escort o porno star, chupaba aquel pene inanimado mientras se despojaba de las únicas dos prendas ...
    ... que vestía. Quise acercarme, pero me lo impidió; intenté cerrar las cortinas, pero también me detuvo preguntándome: "¿Tienes inconveniente en que los de enfrente vean a tu prometida dándose placer?". Ahora era yo el desconcertado; a pesar de su evidente exhibicionismo, manifiesto durante los dos años de noviazgo, nunca pensé que a mi abnegada compañera le calentara que algún extraño la viera jodiéndose el coño y el ojete con un dildo de tamaño natural. Y es que, a pesar de estar en un piso tan alto, justo enfrente estaba el hotel Krystal, de la misma altura y, por consiguiente, con ventanas que podrían tener detrás a cualquier voyeur involuntario que mirara, como yo lo había hecho tantas veces, subir y bajar ese culo enorme penetrado por aquel artefacto.
    
       No me dio tiempo de responder, pues me ordenó de manera tajante que prendiera todas y cada una de las luces de aquella habitación, la cual tenía por pared un enorme ventanal que, en ese momento, se convertiría en una especie de pantalla de cine porno para quien quisiera disfrutar de la función desde las habitaciones superiores del Krystal. Tal vez fue la brillantez exagerada de la iluminación, pues aquella suite tenía más de quince focos entre los luminarios en el techo y las múltiples lámparas por todo ese espacio, o el movimiento acompasado de las caderas de mi futura esposa que, en topless, bailaba frente a ese ventanal con una canción setentera obtenida de un radio que descansaba en uno de los buroes. O quizá sólo ...
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