1. CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO


    Fecha: 09/10/2019, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... fue casualidad que justo en el mismo piso, pero del edificio de enfrente, una figura masculina difusa se convertía en el único espectador del strip tease de mi mujer.
    
       Una oleada de celos me recorrió el cuerpo como descarga eléctrica pero, a la vez, me calentaba ver a aquel hombre, visiblemente calvo, hacerse visible por la pequeña lucecilla roja que su cigarro avivaba ante cada fumada. El tipo no se movía mucho, sólo fumaba y miraba a aquella descarada mover el cuerpo enfundada en la entallada mezclilla y mostrando sin pudor un par de tetas que estaban acostumbradas a la libertad. Era la segunda vez que pensaba en la palabra "puta", como aquella ocasión en su departamento que se mostró casi desnuda en el pasillo. "Siéntate ahí y tócate tu grano, que es lo único que puedes hacer". Esa humillación me encendió más y le obedecí bajándome el pantalón con todo y calzones, sentándome en una silla que ubiqué frente a ella, de modo que el mirón y yo nos mirábamos de frente, separados por la exhibicionista, los ventanales y la calle de Liverpool.
    
       A Paty pareció excitarle que su admirador ocasional no quitara la vista de sus movimientos y curiosamente se quitó el pantalón justo cuando aquél hizo lo propio, con la diferencia de que el pelón dejó ver una trusa oscura y mi amada prometida su coño caliente y su nalgadar hambriento y tan desnudo como una Eva contemporánea. El tipo ya se tocaba, al igual que yo, y la puta se volteaba ofreciéndole lo que ella sabía que provocaba ...
    ... las más grandes calenturas, meneando aquellos glúteos perfectos como cabaretera de burlesque ante un cabrón que en su vida había visto, pero que ya se masturbaba ostensiblemente en la ventana, algo que pudimos constatar mi prometida y yo al hacerse más clara su silueta, pues el depravado había encendido las luces de la misma manera que nosotros para que lo viéramos chaquetearse ante el espectáculo.
    
       - Mira, amor. Ese tipo se la está jalando viendo a tu mujer. Por lo menos, él sí tiene verga, no como tu grano -. Nunca me había humillado de esa manera, pero mi excitación era tan grande que luchaba entre seguir sobando aquella miseria con que me había dotado la vida y controlar una eyaculación que no quería que llegara. "Pinche puta", le grité con voz cortada por mi faena, en una leve e innecesaria defensa, pues parecía disfrutar que la describieran de esa manera. Por primera vez, la vi tal cual era: como una puta consumada, una ranfla descarada que muestra, ofrece y entrega el culo a quien se lo pida, aunque no sepa ni su nombre, una devoradora de vergas capaz de beber litros de leche de macho por el puro placer de alimentarse de la excreción que más le gusta, una callejera que menea las carnes sin importarle que a su paso la manoseen y nalgueen machos desconocidos de todas las clases, permitiendo aquella torteada de hombres que ni siquiera volteaba a ver, como si a semejante huila cualquiera tuviera derecho de meterle mano, convirtiéndose en una especie de beneficio público ...
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