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CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO
Fecha: 09/10/2019, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... como un soberano marica cuando me aseguré que dormía, para terminar aquello que no concluí. Ni siquiera se dio un baño después de la exquisita violación que aquella verga de plástico le consumó por el orto; simplemente, se acomodó en la cama, echó la sábana encima y se quedó profundamente dormida. No tenía nada de sueño y me quedé analizando el techo, tratando de comprender lo que acababa de pasar; me excité de nuevo y caí en la cuenta de que los únicos dos satisfechos de aquella escena porno habían sido el pelón desconocido y mi futura esposa. Cerré los ojos y recurrí a los recuerdos de aquel deprave para frotar mi grano; podía tocar las nalgas de Paty mientras lo hacía, pero preferí evitarlo para no despertarla y lo que hice a continuación fue tan desconcertante que mi mente lo bloqueó por mucho tiempo: me paré de la cama, tomé la verga de hule que yacía inofensiva en la alfombra de la suite, me acosté de nuevo junto a aquella puta y mamé ese delicioso pito hasta que un par de gotas salieron de mi micro pene, extasiado pensando que se trataba de la verga erecta de aquel pelón anónimo. Limpié mi grano con un pañuelo y me entregué a mis sueños imitando a mi blanca y pura prometida... ¿Qué había pasado la noche anterior? ¿La novia abnegada que había sabido aceptar mi carencia absoluta de hombría era la misma que aquella descarada exhibicionista quien se mostró encuerada en un baile sucio ante un desconocido? ¿La mujer cándida y comprensiva que había sido hasta el ...
... día anterior podía ser la misma que me ordenó fornicarle el ojete ante ese mismo hombre? Y peor aún: ¿Yo era el mismo? ¿Por qué obedecí sus órdenes como un pendejo para darle placer a un cabrón que se chaqueteaba el pito observando a mi prometida como si fuera una piruja de burlesque? ¿Por qué me metí hasta la garganta ese mismo pene de hule y me vine pensando que era la reata de aquél mirón? Las dudas existenciales que atacaban mi cerebro eran muchas para digerirlas con sólo un café de habitación de hotel, preparado con agüitas coloreadas que ambiciosamente llamaban "crema". Con ese espectacular culo al aire, aquella crisálida que se había convertido la noche anterior en una mariposa libertina y desvergonzada todavía dormía en silencio sobre la cama que había sido testigo de su pornográfica metamorfosis. Por vez primera, ese par de nalgotas no me seducían lúdicamente; estaba tan ensimismado en mis pensamientos, que nada podía distraerme de aquella nueva realidad que me atemorizaba y que, a la vez, me intrigaba voluptuosamente. ¿Cuál sería el comportamiento de ambos luego de aquella tórrida noche? ¿Seguiría el compromiso de matrimonio después de aquello? Las semanas pasaron rápidamente y la actitud entre ambos se dio de la única forma que no imaginé cuando cavilaba aquella mañana después del terremoto exhibicionista de mi prometida: igual que siempre. Tanto ella como yo actuamos como si no hubiera pasado nada, ocupados en los preparativos de la boda, misma que se ...