CÓMO ME CONVERTÍ EN UN CORNUDO PENDEJO
Fecha: 09/10/2019,
Categorías:
Infidelidad
Tus Relatos
Autor: Cornudo Pendejo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... me sorprendió que fueran casi las seis de la mañana. La cabeza me explotaba por una tempranera e irremediable resaca y me pregunté si aquellos caldos de gallina a la vuelta del mercado ya habrían abierto y si también se servían en fin de semana. Ése fue mi único golpe de suerte en veinticuatro horas pues, como si los dueños de la fonda estuvieran acostumbrados a las crudas de viernes, temprano el sábado ya estaban despachando: uno de esos caldos, con mucho chile y limón, hizo desaparecer siquiera mi malestar físico, aunque no ayudó en nada a la cruda moral y al inmenso dolor que seguían ahí más vivos que nunca, aunque al recordarlo me parecía que había pasado mucho tiempo y no sólo doce o trece horas desde que vi a mi jefe culeándose a mi prometida en mis narices.
El fin de semana pasó monótono en mi cama, consumiendo cigarrillos sin parar pero dejando de lado el alcohol, pues quería estar consciente para establecer las decisiones que forzosamente tenía que tomar a partir del lunes. ¿Seguiría trabajando donde me toparía a diario con los dos? ¿Qué le diría a mi familia acerca de la cancelación de la boda? ¿Qué pasaría con aquel departamento contratado a mi nombre y lleno de muebles que compramos más con ilusión que con dinero? ¿Cómo explicaríamos a nuestros mutuos amigos que Paty me hizo cornudo días antes de la boda? Ese fin de semana me torturó cual verdugo preguntándome lo inevitable: ¿Sería esa la primera vez que me hacía pendejo? Su cortesana vestimenta, las ...
... sonrisas que no quise impugnar, aquella noche de nuestro compromiso y mi impotencia viril que iba más allá de la imposible erección de mi grano, indicaban que sus infidelidades habían sido muchas más. A pesar de todo eso, la extrañaba como un idiota; incluso, las lágrimas volvieron a mis ojos cuando eyaculé en una patética chaqueta dominguera, descalificando mi dignidad al tener la cobardía de masturbarme imaginándola ensartada por aquel editor.
Entrada la noche del domingo no pude más y encendí el teléfono; tenía cualquier cantidad de mensajes y llamadas perdidas, la mayoría de aquella puta infiel que me animaba a contestar. Marqué consciente de que mi dignidad estaba en plena agonía y le dije: "Hola, ¿podemos hablar?", cuando escuché su voz al otro lado de la línea. "Voy para tu casa", le anuncié evitando que me diera explicaciones por teléfono, deseoso de encarar personalmente la penosa situación en la que ambos nos habíamos sumergido. Grande fue mi sorpresa al ver que ella no se arrepentía de lo que pasó; lamentó que me hubiera dado cuenta de esa manera, pero se sinceró conmigo y cínicamente reconoció que, aunque me quería y no tenía intenciones de dañarme, su relación con Federico había empezado antes de siquiera conocerla.
No entendía nada. El trayecto a su casa lo pasé averiguando si aceptaría sus imploraciones de perdón postrada de rodillas y ahora me encontraba con una zorra de increíble frialdad que se presumía honesta, cuando me había engañado junto con aquel ...