1. (INCESTO CON MI HIJA


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Jóvenes Tus Relatos Autor: Anonimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... acostó a mi lado y ambos nos dedicamos a la película.
    
    Ya había transcurrido la mitad de esta cuando, encontrando que el volumen estaba muy fuerte, le pedí que lo bajara. Pero ella no tenía el control remoto. Se arrodilló en la cama y avanzó así a coger el control que estaba junto al televisor. Cuando se agachó su pequeño camisón se levantó y su precioso trasero quedó frente a mi vista. El calzón era pequeño y se le había metido entre las nalgas.
    
    Fue apenas un par de segundos pero que me parecieron una eternidad. Veía su trasero redondo, perfecto, sin una mancha ni arruga. Veía el delicioso pliegue que se formaba entre la nalga y el muslo. Veía el bulto precioso de su vulva y la ranura central que se insinuaba a través del calzón. Las piernas suaves. Los pies perfectos…
    
    La erección fue instantánea y tremenda. Ella volvió a meterse en la cama, se acomodó y continuamos viendo la película, pero mi mente se disparó en otra dirección,
    
    (3)Estás muy linda -le dije y, volviéndome, hice como que seguía en mi trabajo, pero mi mente seguía observándola y, ahora, con verdadera lascivia.
    
    Sentí cuando cerró la puerta y se fue. Entonces me fui al baño. Miré la tina y me la imaginé allí. Bajé el cierre de mi bragueta y mi miembro saltó a fuera como un animal enfurecido. Bastó un par de movimiento de mi mano para que la descarga saltara hacia la tina. Tuve que afirmarme en el lavatorio para no caer. Mis piernas se habían puesto de lana y ya no me sostenía. Me senté en el ...
    ... inodoro y puse mi cabeza entre las manos.
    
    Simplemente no podía creer que me estuviera sucediendo esto a mí, un padre cariñoso, un hombre normal… Amaba a mi hija como todo padre debe hacerlo, pero el demonio del deseo se había metido entre medio y me estaba destruyendo, carcomiendo…
    
    Y lloré…
    
    A partir de ese día comencé a quedarme más tiempo
    
    en la oficina, a evitar las sesiones de películas en mi pieza, a toparme con mi hija en cualquier circunstancia, por nimia que fuera. Estaba perdiendo a mi familia, los estaba sacando de mi vida, pero sabía que era la única alternativa, de lo contrario, terminaría por cometer una villanía.
    
    Un día, ya absolutamente agotado en esta lucha contra mis depravados deseos y sintiéndome vencido por ellos, le dije a mi mujer que me iba de casa. Me preguntó si se trataba de otra mujer y le dije que sí, lo que era cierto. Ella lloró pero, en el fondo, sabía que sucedería tarde o temprano. Decidimos que se lo diríamos a los niños más adelante. Hice una maleta y salí de la casa rumbo a un hotel.
    
    Arrendé un pequeño departamento y me instalé con mis cosas. Ya los niños sabían la situación y se habían hecho a la idea. Mi vida se convirtió en una monótona rutina de trabajo y descanso. Hablaba por teléfono con mi familia en forma regular y, poco a poco, mi obsesión comenzó a desvanecerse.
    
    Fue un día sábado, ya tarde, en que tocaron a la puerta. Era mi hija. Pensé que había logrado.
    
    (4)¿Hay alguien en realidad?
    
    Yo solo la miraba, sentada ...