1. (INCESTO CON MI HIJA


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Jóvenes Tus Relatos Autor: Anonimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... allí, con sus piernas sobre el sofá. Su falda se había levantado lo bastante como para vislumbrar su calzón.
    
    -Sí. Lo hay… -¿La conozco?
    
    En ese momento sentí que tenía que decirlo todo, que esa sería la única forma de liberarme de aquella tortura.
    
    -Sí. -¿Sí? ¿Quién es? -Tú.
    
    Me miró en forma extraña, sin comprender. Entonces me arrojé de rodillas junto a ella y puse mis manos sobre sus desnudos muslos.
    
    -¿Qué quieres decir? -Niña… ¡Perdóname, por favor! Si me ido de casa a sido por tu causa. No puedo sacarte de mi cabeza… Es una obsesión, una cruel y terrible obsesión. Te veo y me lleno de ideas depravadas, intolerables… ¡Me enloqueces…! -grité. Ella se había corrido hacia atrás y me miraba horrorizada.
    
    -Sólo sueño con hacerte el amor, con tenerte desnuda entre mis brazos, con amarte como a una mujer… ¡Vete! -le grité casi con furia- ¡Ándate de aquí! Y no vuelvas, nunca más. Olvídate de tu padre, olvídate que existo. Dame por muerto…
    
    Ella se levantó de un salto. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Tomó su bolso y corrió a la puerta. Escuché su carrera por el pasillo. Salí al balcón y miré hacia abajo. La vi salir corriendo, como si hubiera visto al demonio. Y quién sabe si en eso me había yo convertido. Mi vista quedó fija en el vacío. Eran doce pisos. Una buena altura. Quizás lo mejor era dejarse devorar por ella…
    
    Pero no tuve el valor… O la cobardía… No sé. Sólo sé que durante un mes no supe nada de mi hija. No volvió a llamarme por teléfono. Pero no dijo nada de nuestra conversación a mi mujer. Ella siguió siendo amable conmigo. Pensé en el daño que le había hecho, en lo terrible que, seguramente, había sido mi confesión para ella. Estaba destruido. Y no tenía ya nada que hacer al respecto. Mis días comenzaron a ser cada vez más oscuros, mas sin destino, como entrar en un túnel donde no se vislumbra el otro extremo porque, quizás, no existe.
    
    Llamaron a la puerta.
«123»