pero de otro dueño
Fecha: 19/12/2019,
Categorías:
Zoofilia
Tus Relatos
Autor: Anónimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Perro de otro dueño
Las historias que cuento aquí, en mi diario, probablemente nadie la lea jamás, es por eso que plasmo mis vivencias o experiencias de cuando estuve prestando servicios en la zona fronteriza del chaco formoseño.
Los acontecimientos se originaron cerca de un pueblito de un puñado de habitantes llamado el puesto nuevo, la ubicación de la posta a la que debía ir se encontraba a un kilómetro de distancia del pueblito, casi enclavado en las barrancas del rio bermejo, el lugar se reducía a un pequeño rancho con una cocina afuera debajo de un alero y a algún mobiliario ridículo, estaba protegida por un cerco de quebrachos que formaban un círculo alrededor, algunos algarrobillos dentro del predio ofrecían un remedo de sombra.
Después de haber llegado, llevado por una comisión en una volanta, el cabo me leyó las encomendaciones en las que consistían mi misión, soldado Gómez, usted ha sido traído por el ejército argentino para hacer el trabajo de centinela en este destacamento, al ser un puesto de avanzada, usted avisara a la población en caso de que detecte señales de un posible ataque de indios en la zona, será provisto cada dos meses con raciones de charque, yerba y tabaco, la mercadería se le dejara en la parroquia del pueblo, mucha suerte y espero verlo entero cuando le toque a su relevo.
En fin, los dos primeros días me mantuve ocupado trayendo agua de una pequeña laguna que estaba cerca, acopiando leña suelta y acondicionando mesa y sillas del rancho, ...
... limpiando los cojinillos etc., en ese tiempo solo mastiqué unas galletas saladas y grasa blanca que también formaban parte de mi ración. Al atardecer del segundo día cace un tatú al que mate con un palo, ya que no me podía dar el lujo de desperdiciar municiones. Esa noche me dispuse a cocinar, ya lo había carneado el animalito y empecé a preparar la miserable ollita que era parte del mobiliario. Me senté en una silla debajo del alero de la cocina mientras la olla chirriaba contenta sobre el fuego, encendí un cigarro y me dispuse a disfrutar del momento.
Me estaba relajando mientras veía a lo lejos el vano resplandor de las pocas luces que habría en el pueblo, y en eso sentí un ruido de algún animal que se desplazaba a unos cuantos metros del rancho, cerca de los algarrobillos, puse mi mano sobre mi cartuchera mientras trataba de escrudiñar la oscuridad, una sombra del tamaño de una oveja se escurrió ubicándose detrás de un árbol, bicho salvaje no era, así es que tome un tizón largo y camine unos metros hacia el lugar, ya casi llegaba al árbol cuando detrás de el surgió un perro grande criollo, el que empezó a mover su cola como si me conociese, empecé a arrimarme a la casa sin perder de vista al animal y este me siguió mostrando claras señales de alegría, volví a sentarme y el animal se sentó prudentemente a unos metros de mí, barría el suelo todavía ocasionalmente con su cola. Se ve que traía hambre, empecé a mirar más detenidamente a mi ocasional comensal era un perro, como ...