1. El vagabundo y su dama 2.


    Fecha: 29/01/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Danisampedro91, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Estábamos a final del mes de octubre, era un miércoles; víspera de festivo; este día había quedado con el vagabundo; habíamos quedado a las 10 de la noche; tenía la intención de quedarme toda la noche con él, volvería a ser su damita como le gustaba y solía decirme.
        Me había levantado temprano para ir a trabajar al puerto, y ahora a las 12 del medio día ya volvía para casa. Cuando había salido a las 5 de la mañana, el día estaba nublado, se notaba cierto frío, por suerte al final el día había quedado completamente despejado, pero ya se notaba el frío del otoño en el ambiente. 
       Tenía pensado pasar por la casa donde dormía el vagabundo antes de ir a comer a mi casa, y es que había estado haciendo limpieza en los armarios, había llenado varias bolsas con ropa para llevárselas al vagabundo, que viera si podía aprovechar algo, o que hiciese con ella lo que le diera la gana. Tenía también pensado en llevar algo de beber y comer para pasar la noche, además iba llevarle un radiocasete viejo que ya no usaba, pero que todavía funcionaba. Así que antes de ir cargado con las bolsas, quería saber si se encontraba en la casa, no tuviera que volver con ellas devuelta.
       Al llegar a la casa donde dormía el vagabundo, ya lo encontré en la puerta, estaba entrando en ella. Al verme me saludó e hizo pasar. ¡Ohhh mi damita! Me dijo abrazándome, quedamos a las 10 de la noche, no te arrepentirás, ¿verdad? 
       No no, no es por eso, venía para saber si estabas ya que tengo unas bolsas ...
    ... con ropa para traerte cómo te había dicho.
    
       Pues ya ves que sí estoy. Pero quédate sí quieres, me decía llevando su mano a mi entrepierna, agarrándome la polla y huevos sobándolos, haciendo que mi polla se empezara a poner dura.
       Mejor voy a casa primero, y traigo las bolsas, le decía mientras él no dejaba de meterme mano haciéndome empalmar.
       Bueno mi damita, me decía siguiendo metiéndome mano y mordiéndome el cuello, Ve, pero mira cómo me dejas. Cogió mi mano llevándola a su verga para que notara cómo estaba de empalmado. ¡Ufff! El muy cabrón tenía la polla tiesa, le llegaba al ombligo de dura que la tenía.
       Vengo en 10 minutos, dije separándome, ya que, si seguía tocándole la polla, no iba poder hacer otra cosa que sacarle aquella verga que tanto me gustaba, y empezar a chupársela.
       Salí por la puerta, y apurando el paso llegué a mi casa donde todavía no había llegado nadie. Cogí las bolsas que ya había dejado preparadas, fui a la nevera, saqué los botes de cerveza que había dejado a enfriar, los metí en otra bolsa, y marché para la casa del vagabundo con todo el cargamento. Solo me faltaba por recoger la empanada que había encargado, pero eso lo haría por la tarde.
    
       Había tardado 20 minutos en estar de vuelta junto al vagabundo. Cuando llegué con el cargamento, me hizo llevarlo a lo que se supone que era la cocina, y dejarlo allí sobre una mesa que había. 
       ¡Ohhh mi damita! Me decía el vagabundo abrazándome por la espalda y frotándose a mi cuerpo. ...
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