1. El ciruelo del viejo de la muleta.


    Fecha: 10/03/2020, Categorías: Gays Tus Relatos Autor: Danisampedro91 , Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    Que hijo de puta el viejo, se puso a cimbrear aquel pedazo de cipote, con todo el descaro del mundo, miraba para mí, sonriéndose, enseñándome el ciruelo que le colgaba. Yo con cara de asombro y algo asustado, no podía dejar de mirar. Cada vez parecía crecerle más y más, hasta los huevos había sacado el viejo, mostrando todo de manera orgullosa. No tenía ningún reparo en mostrarme todo su órgano sexual, ni le importaba si había más gente. El cabrón del viejo ya había decidido, solo le interesaba aquel jovencito que era yo, que, con cara de asombro, hacía que meaba. 
       Yo cada vez me ponía más y más colorado, y la polla no paraba de ponérseme tiesa y dura, viendo aquel espectáculo, un hombre lavándose las manos viendo como un viejo con una muleta y un pedazo de cipote que asustaba, se lo mostraba a un jovencito, cimbreándolo sin ningún reparo.
    
    
    
       Desde que tenía 13 años y descubrí por mera casualidad lo que pasaba en los aseos públicos, me aficioné a ir a ellos. En estos lugares he hecho y me han hecho de todo, hasta robarme y violarme. 
       Luego vinieron los lugares públicos y al aire libre, me excita ser expuesto siendo exhibido y que vean cómo me dan por el culo. Me estresa y excita una barbaridad, que mientras un buen macho me está dando por el culo, me exhiba a los demás, viendo estos como me coge y me preña el culo con su semen. 
    
       La mayoría de las veces, quien termina dándome por el culo, son hombres maduros, incluso viejos. Suelen ser los más atrevidos y ...
    ... lanzados, sobre todo cuando ven a un jovencito, y no veas si por encima eres nuevo; les encanta la carne tierna y fresca; además suelen tener más experiencia, y no suelen perder el tiempo, vamos que van al grano. Y esto es lo que solemos necesitar cuando vamos a estos lugares, ya vamos bien calientes y necesitados de un buen rabo que nos calme la calentura.  
    
       Aquel día no era ninguna excepción, como solía pasarme, cuando andaba bien caliente y desesperado por follar, acudía primero a los aseos públicos. Tenía los lugares favoritos, pero alguna vez iba a otros que no me gustaban tanto. Ese día acudí a los aseos públicos de la estación de autobuses, quedan y quedaban muy cerquita de donde vivo, al igual que los aseos de la estación de ferrocarril. Pero esa mañana, se me dio por ir a la estación de autobuses.
    
       Cuando llegué a la estación de autobuses, lo primero que hice fue ir hacia las taquillas de las distintas líneas, y hacer que revisaba los horarios de salida. Luego quedé en aquella amplia zona vigilando la entrada a los aseos públicos, viendo quien entraba y salía de ellos.
    
       Llevaría unos 20 minutos, y lo único que vi, fue entrar en ellos a un par de hombres maduros, saliendo ambos muy pronto, vamos que seguramente solo habían ido a mear. Así que me decidí, y levantándome del asiento donde me encontraba, fui hacia los aseos y entré como si fuera a mear.
       Al entrar y girar a la izquierda, a la derecha quedaban un lavabo de mano, seguido por los urinarios ...
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