1. La coja


    Fecha: 19/03/2020, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: Quique, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... paciencia.
    -¿Tus padres y tú donde vivíais antes de venir para aquí?
    -¿Y no quieres saber de que color llevo las bragas?
    Me sorprendió su reacción.
    -¿Por qué te mosqueaste?
    -No metas a las moscas en esto.
    Me dio la risa. Le pregunté:
    -¿Por si las moscas?
    Puso morros.
    -¿Te estás riendo de mí?
    -No, me estoy riendo contigo. Ya se me olvidó de que estábamos hablando.
    -Querías saber de que color llevo las bragas.
    -¡¿Yo?! Yo quería saber dónde vivías antes de venir para aquí.
    -No, tú querías saber de que color llevo las bragas.
    A veces es mejor darle la razón a alguien aunque no la tenga.
    -Para ti la peseta. ¿De que color las llevas?
    -Ya sabía yo que venías a por eso.
    Era retorcida.
    -¡¿Qué?!
    -No soy tonta, se que soy la que da pena, la fea, la cojita, 
    -A mi no me das pena, ni te veo fea, es más, si fuera de día te diría si te apetecía dar un paseo.
    -¿Apete qué?
    -Olvídalo. 
    -¿A quién?
    Me estaba sacando de quicio. 
    -Joder, joder, joder.
    -Habla en bajo que te pueden oír.
    Bajé la voz.
    -Me la suda.
    -Ay, no me trates de usted que me derrito. ¿De verdad que te la sudo?
    Si no se hubiera ruborizado pensaría que se estaba riendo de mí.
    -Eres única, Estrella. ¿Me dice ahora dónde vivíais tus padres y tú?
    -¿Sabes dónde queda el culo del mundo?
    -No.
    -Pues de ahí venimos.
    -¿Y qué había en el culo del mundo?
    -Mucha mier... -se contuvo- Por no haber no había ni luz.
    Ya había roto el hielo. Tocaba integrarla.
    -¿Sabes saltar a la comba?
    -Nuca salté, pero ...
    ... puedo dar.
    A la semana ya tenía más amigas que yo.
    Un mes más tarde, en el monte, sentados sobre una gran roca, le dije:
    -¿Te besaron alguna vez, Estrella? 
    -No me hagas agua en la boca. Si quieres darme un beso, dámelo, si no quieres calla la boca.
    Le di un pico para ver cómo reaccionaba. Se quedó quieta. Le metí la lengua en la boca y la besé. Después de besarla se quedó mirándome. Luego se me lanzó encima y caímos rodando de la piedra. Quedó debajo. Le pregunté:
    -¿Quieres seguir?
    -Ya rodamos bastante.
    La volví a besar.
    -¿Que si quieres que lo hagamos aquí y ahora?
    -¿Quieres jugar a los curanderos?
    -Es una manera de decirlo.
    -Pues sácate de encima del hormiguero o acabamos en manos de alguno.
    Al ratito nos pusimos en pelotas entre los pinos para sacar las hormigas de la ropa.
    La cojita estaba de miedo. Su piel era muy morena, sus tetas medianas estaban duras cómo peñas, tenían areolas marrones del tamaño de una chica (cinco céntimos de peseta) y pezones pequeños cómo lentejas, su cintura era estrecha, su culo prieto y redondo, sus caderas eran preciosas y su coñito tenía una pequeña mata de pelo negro. Estaba con la espalda apoyada en un pino cuando le acaricié, le chupé, le lamí y le mamé las tetas. Estrella no callaba las cosas.
    -Se me esta mojando el chocho, Quique.
    Después de trabajarle las tetas, me agaché delante de ella y le lamí y follé el coño con la lengua. Poco después, me dijo:
    -Así vas a hacer que me corra, pero... ¿Sabes lo que haces? Mira que ...