Misma escuela, diferente uniforme - Relatos Eróticos

Misma escuela, diferente uniforme

... y cerré con mas fuerza los ojos. 
Luego, para mi sorpresa, un segundo dedo comenzó de nuevo ese masaje durante unos minutos y, como el primero, se insertó en mi interior, donde ambos dedos ahora comenzaron también ese movimiento circular, dilatándome. 
Entonces abrí los ojos y vi que mi parada era la siguiente, sin embargo no quería abandonar la sensación de sumisión ante aquella extraña sensación. 
Como si aquel desconocido supiera de mi destino, retiró los dedos lentamente, uno por uno y me dejó ir con una nalgada. 
Las puertas se abrieron y yo avancé dándome cuenta que las rodillas me temblaban. Cuando me di vuelta para ver quien era el sujeto a mis espaldas me di cuenta que Fernando se despedía con la mano mientras la multitud se cernía sobre nosotros, separándonos. 


***

Avanzaba sin mirar atrás. De algún modo mi mente quería convencerse de que no era Fernando el que había estado en el autobús, de que me había imaginado todo aquel rollo. Quizás era porque con cada paso me acercaba más a la escuela y tenía que mantener mi mente libre si quería lograr mi cometido. Es decir, no me podía echar atrás, no en ese momento tan crucial. Sin embargo era una tarea bastante complicada, sobre todo porque aun me temblaban las piernas y porque el líquido pre seminal seguía sobre mis muslos. 
En fin, logré llegar a la entrada y cruzarla sin problema alguno. Traía el uniforme de la escuela que era lo que más preocupaba a los profesores, ya que sin él no podías ingresar, y ...

... como lo traía no me dijeron nada. 
Dentro del colegio no vi a mis compañeros. Los varones entraban un poco después que las chicas entonces no había riesgo de que alguien me reconociera en aquel momento. 
Seguí caminando, pero mi mente se encontraba dispersa, aun sintiendo aquella mano en mi espalda y más abajo. Mi plan había sido entrar a un salón de último año y decir que era nueva y que mis padres se encontraban haciendo el papeleo. Pero ya que estaba ahí todo me parecía muy ajeno, a pesar de que mi edificio estaba prácticamente a unos metros. 
Los salones, las ventanas, los sanitarios, los pizarrones… todo era exactamente igual pero invertido, si en mi edificio estaba a la derecha aquí se encontraba a la izquierda. Era como si hubiera entrado a un universo paralelo donde todo era su opuesto, incluido yo.
Me costó mucho, pero nuevamente me enfoqué y seguí mi plan. Subí al último piso donde se encontraban los salones del último año y me metí en el que era exactamente el opuesto al mío. 
Cuando entré fue como si la realidad me hubiera golpeado con un mazo, pues estaba rodeado de chicas. De verdad había logrado pasar como una y estaba ahora dentro. No me había dado cuenta de ello hasta ese mismo momento, en el que sus voces y conversaciones llegaron a mis oídos. 
Al igual que en mi edificio todas se sentaban en grupos de amigas a platicar en lo que iniciaba la clase. Cuando entré unas cuantas levantaron la vista, pero no pasó mucho tiempo antes de que volvieran a sus ...