El calvario de Luciana (4)
Fecha: 27/11/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Luisa, la mucama que Emilia había designado para hacerse cargo de la jovencita, les informaba a Emilia y a la doctora sobre el estado de Luciana: -Yo la última vez la vi muy bien, ¿cómo sigue, Luisa? -Muy bien, doctora. Sigue muy obediente. Casi no habla. Recuerda su nombre y su edad, pero si le pregunto por su familia se queda como perdida. Ayer le pregunté por usted y me contestó que usted la ayuda.
-¿La tenés desnuda como te indiqué?
-Claro. Hice como usted me dijo, doctora. No la desvestí yo, le ordené que se sacara la ropa.
-¿Y ella cómo reaccionó?
-Se la sacó sin protestar.
-Y cuando estuvo desnuda, ¿se tapa con las manos? ¿la notaste avergonzada o temerosa?
-Para nada, creo que ya es un animalito como todas las anteriores.
-Perfecto, al parecer hoy termino, Emilia. Esta noche le dan el comprimido y a partir de mañana está lista.
En el rostro de Emilia se dibujó una sonrisa de satisfacción:
-Bien, le voy a decir a Luis que vaya preparando todo para la sesión de fotografía.
-Bueno, me voy a hacer mi trabajo. –dijo la doctora y abandonó el saloncito para dirigirse a la habitación donde tenían a Luciana. La mucama Luisa salió con ella y la médica le preguntó:
-¿Algo más que quieras comentarme, Luisa? ¿Algo que te parezca importante?
Luisa pensó un momento y finalmente respondió:
-No, doctora, creo que no. A mí me parece que esa chica ya está a punto.
Lo mismo pensó Mónica cuando vio a Luciana tendida de espaldas en la cama, sin ...
... ropas y con la mirada perdida. Pareció alterarse mínimamente al advertir la presencia de la médica y dijo a media voz:
-Hola, doctora, usted me ayuda.
Mónica avanzó sonriendo, se sentó en el borde de la cama y dijo:
-Exactamente, querida, yo te ayudo porque quiero que estés bien. La última vez te hablé de la señora Emilia y te dije que debés confiar en ella, porque ella también te ayuda.
-Sí, la señora Emilia también me ayuda.
-Perfecto, querida, perfecto. Y vas a confiar en Graciela, porque ella te ayuda también.
-La arquitecta me ayuda.
La doctora extrajo el péndulo de su cartera y poco después tenía a Luciana sumida en un profundo trance hipnótico.
-Bien, Luciana, a partir de ahora no tendrás ningún problema ni preocupación. La señora Emilia se encargará de satisfacer todas tus necesidades. Tendrás aquí techo y comida, de vez en cuando te llevaremos a pasear y a cambio de eso sólo deberás ser una chica obediente, portarte bien y hacer todo lo que se te ordene. Repetí lo que acabo de decirte, Luciana.
-No tendré ningún problema ni preocupación. La señora Emilia se ocupará de satisfacer todas mis necesidades. Tendré techo y comida y de vez en cuando me llevarán a pasear y a cambio sólo deberé ser una chica obediente, portarme bien y hacer todo lo que se me ordene.
-Muy bien, Luciana. ¡Muy bien! –aprobó entusiasmada la doctora y agregó:
-Pero además de techo y comida tendrás sexo todos los días, placer sexual todos los días, con hombres y mujeres ...