El ático
Fecha: 04/12/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: leosolari, Fuente: RelatosEróticos
... gustan mis tetas?”, claro, le respondí, “¿te gustaría mamarlas?” preguntó nuevamente y sin esperar respuesta alguna ya tenía sus enormes pezones frente a mi nariz.
“Muérdelos un poquito”, me pidió, lo cual hice muy de a poquitos, no sin antes besarlos por un momento; lamer esas puntitas era una delicia, yo sentía que aquello era un delicioso sueño, estaba completamente mojado, el ático tenía en esos momentos un olor impregnante, muy diferente al que habíamos encontrado al llegar allí.
Mientras yo mamaba sus tetas, ella aun sentada en su banco, cogía mi verga de rato en rato y la acariciaba, tiempo después entendería que mi tía estaba dosificando la intensidad de mi placer para llevarme hasta el punto en que ella se sintiera saciada.
“Creo que ya estás listo” me dijo, entonces con sus dos manos me trajo completamente hacia ella, e intercambiamos posiciones, yo me senté en el banco y ella se acomodó de a pocos sobre mis piernas, “no te pongas ansioso, solo relájate, porque me vas a penetrar; te va a gustar, solo relájate” me dijo.
Yo seguía lamiendo sus pezones y ella se sacudía hacia los dedos buscando que mi verga la conectara, cuando eso se dio, ella hizo un alto, me miró a los ojos y me dijo, “ya está allí, solo acostúmbrate a su calor, tu cosita va a seguir avanzando de a pocos, no te apures”
Así fue, ya estaba dentro de ella, mi tía se levantaba y se sentaba lentamente, una cadencia que aumentaba de velocidad en forma gradual, casi desapercibida; al cabo de ...
... un rato ella ya me cabalgaba más rápido, me disfrutaba un buen rato, se detenía por un instante y susurrando me preguntaba, estas bien?, si sientes un hincóncito muy placentero, me avisas de inmediato, eh?, “bueno”, le respondí.
Ella me seguía cabalgando por un buen rato, escuchaba sus gemidos y presa de lujuria profería lisuras que me excitaban cada vez más, “aun no, aun no” me decía en voz alta; de pronto se separó de mí y colocó frente al banco, allí casi debajo de sus nalgas, el balde de playa que guardábamos en el ático.
Se montó otra vez, se sacudió como loca en su cabalgata; gritaba y se colgaba de mi abundante cabellera, de pronto ella dio un grito tremendo, se separó de mí y coloco sus nalgas encima de aquel balde.
Lo que vino después, fue increíble, ella me dijo, “!mira, que rico!” empezó a masturbarse desaforadamente yo mordía sus tetas, entonces llegó lo que yo menos esperaba; separó sus tetas de mi boca y grito nuevamente ”¡mira, mira!”; de inmediato vino una descarga de sus orines que al parecer aumentaron el placer en ella; era todo un espectáculo ver como se sacudía presa de una emoción que yo jamás había visto.
Sus manos aun con orines se dirigieron a mi verga, ella estaba como poseída, me masturbó por un momento y después pasó a mamármela; me miraba de rato en rato y me preguntaba, ¿ya?, ¿ya? ¿Sientes algo?
Yo, entre excitado y extasiado por el espectáculo, me sentía como borracho; de pronto aquello llegó, fue una sensación indescriptible, se ...