El cuñado (Parte 1)
Fecha: 08/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... vayan al restorán y me esperen ahí ¿Está bien? -Bueno –dijo papá-. Fíjate que quede todo bien seguro. Y, Diego, si sientes el menor ruido nos llamas. -Está bien –respondí sintiendo la adrenalina recorrer mi cuerpo. Estaba pasando. Robert me rodeó el cuello con su brazo y nos dirigimos a su auto. Durante el camino tomó otra ruta. Era una calle más pequeña y sin tránsito. En menos de 10 minutos ya habíamos llegado a la casa. Durante todo el viaje estuvo ansioso y con ojos brillosos de emoción. Sus manos acariciaban mis muslos deseosos de ir más allá. Apenas entramos a la casa su boca capturó mis labios. El beso me hizo elevar y quedar en puntitas. No quería despegarme de su lengua ni de su sabor. Quería más. Pero él tenía planes para nosotros. Me llevó hasta el baño casi arrastrándome. Bajo mi inocente mirada quitó mi short y mis calzoncillos. Se saboreó al verme desnudo. Me tomó de la cintura, y colocando su mano en mi espalda, me hizo reclinar. Separó mis piernas y dejó mi culo al descubierto. Besó mis nalgas y me dio unos cuantos golpes amistosos. Sentí que tomó el aparato de mi culo y me estremecí. -Relájate, bebé –dijo con voz profunda y varonil. De pronto comenzó a tirar de ella. -Ah… -gemí-. Me duele. -Estás muy estrecho, bebé, es normal –explicó-. Pero aguanta, yo sé que puedes. Mi ano se abrió y el dilatador comenzó a salir. Me quejé en silencio, pero a medida que iba saliendo, fui sintiendo mi ano más vacío. Cuando todo el dilatador salió, mi ano boqueó con ...
... desesperación, como si fuese un pez fuera del agua. Sentí mucha satisfacción al notar mi recto relajado aunque abierto. Fue extraño ser consiente de esa parte de mi cuerpo, jamás había notado lo estrecho que era hasta que sentí ese aparato dentro de mí. Pero también sentí añoranza, pues, de cierta forma, era rico sentir ese canal lleno. Mis pensamientos se borraron cuando su lengua entró en ese lugar. Mis piernas fallaron y perdí el equilibrio. Mis brazos se convirtieron en gelatina y un rayo cruzó mi cuerpo. Gemí. Gemí, y lo volví a hacer otra vez. Su lengua era maravillosa, su boca era impresionante. No quedó ningún centímetro de mi culo que no fue repasado por él. Cuando se alejó, instintivamente, le pedí que continuara. No pude creer que esas palabras habían salido de mí. No fui capaz de reconocer mi voz lujuriosa. Pero quería. No. Necesitaba, más. Mi agujero boqueaba con desesperación, y sentía una necesidad de pujar, acompañado de un movimiento rotatorio de cadera que no correspondía a un niño de esa edad. -¿Lo disfrutas? –sonrió-. Tu cuerpo habla, Dieguito. Déjate llevar. Ponte en mis manos y disfrutarás. -Sí, eso quiero –dije retorciéndome mientras dos de sus dedos exploraban mi ano. -Pero no el dirás a nadie ¿verdad? –preguntó-. No quieres que nadie se entere o no podremos volver a repetirlo. No volverás a sentir algo así. Y no quieres eso ¿No es así? -No diré nada –logré decir. -Oh, bebé. Tu culito está caliente. Mmm, que húmedo y apretado estás –decía. Su tono de voz me ...