1. MI HERMOSA FONTANERÍA


    Fecha: 10/12/2017, Categorías: Hetero Autor: mayabraun, Fuente: RelatosEróticos

    ... que arreglar?.- dijo él, soltando las cajas en la puerta de la cocina.
    
    Y ahí quedó plantado, a un palmo de mi cuerpo, sonriendo y mirándome con esos taladrantes ojos verdes. Soy muy experta ya, así que simulé ser inmune a su atractivo.
    
    - Pues, como ves, he cambiado los muebles de la cocina y los tubos de desagüe del fregadero no se adecuan a la nueva disposición del mueble. Tendrás que ponerlos en el sitio correcto y dejar el fregadero montado y listo hoy. ¿Podrás?.
    
    Él echó una ojeada rápida a lo que a mi entender era un caos total. Esbozó una amplia sonrisa, mostrando una perfecta dentadura, y me miró con cierta dulzura. Yo no. Yo sólo podía mirar esos labios gruesos, jugosos, que refrescaba con su lengua, en un acto reflejo.
    
    - Claro, ningún problema. Manos a la obra. - contestó, resuelto.
    
    Dicho y hecho. El macizo fontanero agarró algunas herramientas y se metió con destreza, boca arriba, debajo del mueble. Hurgaba por las tuberías, murmurando cosas técnicas. Con medio cuerpo cubierto, sin posibilidad de que me viese, me apoyé en el quicio de la puerta para deleitarme con las vistas. Al estirarse para poder encajar bajo el fregadero su camiseta se subió hasta el pecho y, llevando los pantalones casi por debajo de las caderas, dejó descubierto un buen trozo del delicioso pastel. Torso perfecto, compacto, ligeramente bronceado, con vello, pero rebajado con máquina rapadora. Muy sexy. Abdomen cincelado a conciencia por multitud de series y repeticiones. Oblícuos ...
    ... bien marcados, preciosos. Deseé pasar mi lengua por ellos, arriba y abajo, decidiendo si subo ó si bajo. Se insinuaba la frontera del vello púbico. Imaginé mi mano buceando entre sus piernas. Y ese paquetazo, que prometía una “gran recompensa”. Casi por instinto, acaricié suavemente mi pecho, rozando los pezones con la yema de los dedos. Una descarga recorrió mi espalda. Sentí como una ola de calor me inundaba por dentro. Recorrí el interior de mis muslos con las manos. Qué rico. Tuve que agarrame a la puerta. Empezaba a notarme húmeda. Le hice algunas preguntas insustanciales, el tiempo, su trabajo, esas cosas. Hablaba relajado, ahí abajo, entretenido en su labor, mientras yo me tocaba, viciosa y furtiva. Esa voz, cálida y profunda, lamía mi piel a oleadas. La quería jugando con mis labios, deslizándose por dentro de mi short. Apenas podía replicar a sus comentarios. Creo que dijo llamarse Marcos.
    
    En un momento dado, el tal Marcos solicitó mi ayuda. Debía sujetarle un panel trasero del mueble, mientras él atornillaba la nosequé. ¡Hombre, por favor, dónde se ha visto!, una chica fina como yo metida debajo del fregadero. Allá que fuí. Me escurrí por el suelo, como un ninja, y llegué hasta él. Se disculpó por tener que hacerme trabajar. - “ No hay nada que perdonar, hombre. Pero, mejor ponga la cabeza así. Suba esta pierna. Sujete aquí... no, aquí. Así, perfecto “-. Sonreía pícaro. Yo estaba a mil por hora. Cuerpo contra cuerpo. Mi cara a dos milímetros de su pecho. Olía a ...
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