1. Barbería, Folladero 1 y 2 de Wakandia


    Fecha: 11/12/2017, Categorías: Gays Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos

    ... estancia! —dijo Cesar.
    
    —Cuánta razón tienes, relájate algo —dijo Merche.
    
    Tras el recorrido se fueron a las habitaciones, el marido de Merche se quedó en la habitación excusando que le apetecía leer los clásicos, su personalidad intelectual y docta en esa materia le llevaba a privarse de otros placeres, en pro de cultivar su creatividad literaria. En tanto que Merche con su pareo accedía al recinto de la piscina. Su físico alto, de pechos grandes, algo amuslada, pero con ese tipo de trasero marcado y algo salido le daba elegancia femenina. Rubicunda y pecosa, tenía la piel muy blanca. Se tumbó en una hamaca, pidió un cocktail y saco uno de sus libros de filosofía. Los chapoteos de la piscina resonaban en el recinto, el sol estaba en todo su esplendor, el olía a cremas solares y cloro de piscina. Al poco rato tenía compañía (se trataba de otra mujer de rostro enjuto e incorpórea amanerada en sus movimientos con un bikini no acorde con la madurez de su edad ya que de apariencia habría rebasado la cuarentena hacía tiempo) no muy lejos de ella. Se acicalo el pelo y se tumbó en la hamaca abriendo una revista de moda. No tardó en llegar el que en apariencia era su marido con una cerveza y una barriga bien presente para decirle que no aguantaba el calor y que iba a la habitación a echarse una siesta. De soslayo miró a la Merche.
    
    —A mi me encanta el sol, en cambio mi marido no lo aguanta —dijo en tono de confidencia al mismo tiempo que se ponía las gafas ...
    ... oscuras.
    
    —Sí, suele pasar…, el mío también prefiere quedarse en la habitación —contesto la Merche.
    
    —Llevamos ya una semana, me gusta lucir el moreno, si se pudiera conservar todo el año —dijo con acento de coquetería juvenil.
    
    —Nosotros hemos llegado hoy —dijo Merche algo molesta por la conversación.
    
    —Mi marido prefiere el yate de su socio, pero a mi me aburre, son tan aburridos, solo piensan en comer y hablar de negocios. Yo soy más de desconectar —dijo en tono arrogante—. ¿Has visto ya las tendencias para este invierno?
    
    —No, la verdad es que soy muy clásica en este aspecto.
    
    —A mi me encanta, de hecho he pedido consejo a una modista reputada. A qué te dedicas? —preguntó con curiosidad.
    
    —Docencia, soy catedrática.
    
    —A mí me aburren los libros, no sé cómo podéis enfrascaros en esos tochos, prefiero las novelas rosas y las revistas de cotilleos, son más divertidas.
    
    —Sí, bueno…, como comprenderás…
    
    —Perdón, no te molesto más…
    
    Había perdido su concentración en la lectura a causa de la latosa relamida que tenía al lado, para más pesar empezaba a venir más gente estridente. Pensó que no era mala idea ir a la playa, aunque no de manera tan descarada dejando entrever que le molestaba la presencia de la señora, aunque bien mirado no sabía ni por qué se preocupaba por tan banal situación. Justo cuando estaba en esas introspecciones personales hizo la aparición ante ellas el clásico chulo piscinas; alto, joven de no más de 25 años en apariencia, de piel caoba, mirada ...
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