Barbería, Folladero 1 y 2 de Wakandia
Fecha: 11/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos
... transversal retadora a través de sus gafas de espejo, paso largo empleando toda la planta del pie; se quitó su camiseta procurando que todos sus ademanes fueran flexionados para destacar sus nervudos miembros, para después seguir con los pantalones cortos, dejando a la vista un tanga con estampado de cebra con dos tirantes hasta el cuello, lo que hacía que su paquete resaltara de forma descarada. Desvergonzado y sin pudor pasó delante de ellas hasta zambullirse en la piscina en un elástico movimiento con giro en el agua y otra vez la mirada hacía ellas.
La contertulia latosa se quedó muda, en apariencia admirada por el ejemplar. Empezó a toquetearse el pelo teñido de rubio con ademanes nerviosos. Se levantó sin apenas saludar y permanecer delante de la piscina disimulando descaradamente. El fastuoso macho daba brazadas a lo largo de la piscina como si batiera el récord mundial de los cien metros, para cuando llegó al final volver a acechar con la mirada cual era la pieza a cobrar. Viéndola de pie como si buscara algo con la mirada divisó el objetivo en la vecina pomposa y en un ladeo de cabeza hizo una especie de indicación al mismo tiempo que salía del agua. Caminaron por caminos divergentes hacía la playa.
—Señor director, tengo que consultarle una cuestión importante —dijo el botones a Cesar.
—¿Qué te pasa tan nervioso?
—¡Se han levantado a la mujer del de la 503, la petarda esa! ¡Ya se la lleva! ¡Sé que es lo normal, pero el marido baja a la ...
... piscina!
—¡Cago en dios! ¡Abra que distraerlo, bajo para la piscina enseguida! ¿Dónde la lleva?
—Al folladero 1, al más cercano, entre las dunas de la playa.
José, que en esos momentos acompañaba a Cesar estaba atónito, asombrado no pudo más que dar su impresión.
—¡No me lo puedo creer! ¡Y tú te prestas a ese juego!
—Mira, José, la cosa no es lo que parece, el servicio está incluido, no de manera directa en nuestra oferta, sé que no es políticamente correcto, pero la propiedad es la que manda y hay que hacer lo que se le ordena a uno —aclaró Cesar.
—Todo esto en tan cutre y hortera…, no tengo palabras —contesto José.
Merche vio como Cesar entraba al complejo de la piscina acompañado de José, ante más agobio opto por dar un paseo sobre la playa y desconectar un poco del bullicio. La caminata le fue agradable, la brisa marina le daba esa sensación de plenitud. No había mucha gente, pero aun así opto por adentrarse en las dunas colindantes a la playa. No paso mucho tiempo al llegar a la loma de la duna, olía a mar y salitre, el sonido de las olas se mezclaba con un ligero sonido de persona, jadeos en apariencia, los cuales provenían de la parte baja a la otra parte de los matorrales. Picada por la curiosidad se acercó y vio lo que suponía de antemano: el gigolo de la piscina y la mujer que había visto en la piscina. La estaba montando, pudo ver como la bombeaba con mete-sacas sonoros y eléctricos, su culo mulato subía y bajaba en vaivén con giros circulares para empotrarla ...